Día Mundial de los Océanos: una oportunidad para pensar en el Mar Argentino

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El océano es uno de los órganos vitales del Planeta y ocupa más del 70% de su superficie. Esto significa que el resto de los sistemas necesitan de él para su supervivencia. No podemos imaginar un Planeta acogedor para la vida sin océanos saludables.

De acuerdo a las Naciones Unidas, para más de tres mil millones de personas los productos de la pesca son una parte importante de su dieta y el total de la humanidad depende del oxígeno que genera.

A pesar de su importancia, la intervención humana, especialmente durante los últimos siglos, ha afectado severamente los mares. Hoy nos vemos ante la urgencia de frenar los impactos y, en lo posible, reparar y permitir la recuperación de los ecosistemas marinos.

Las principales amenazas sobre los océanos son: la contaminación, el cambio climático y la sobre explotación de la biodiversidad. Sin olvidarnos de una cuarta nueva amenaza: la minería submarina.

El Mar Argentino y toda la región que lo abarca, el Atlántico Sud-occidental, no queda exento de estos tres problemas principales.

Podemos advertir la contaminación causada por las toneladas de productos derivados de la agricultura y desechos cloacales sin tratar que aportan las cuencas continentales. También se han detectado micro-plásticos en órganos de peces y, recorriendo las playas de la Península de Valdés, por ejemplo, podemos hallar millares de cajones plásticos que arrojan fuera de borda los barcos de la la industria pesquera nacional. Por otro lado, recientes estudios indican que los caladeros de la región se verán afectados por el cambio climático y que la acidificación por exceso de dióxido de carbono (CO2) es imparable.

Pero en el Atlántico Sur el problema más grave de todos es lo que muchos llaman la «ciudad flotante»: un enjambre de más de 550 embarcaciones que crece año a año, depredando impunemente los recursos, en una carrera irracional por exprimir el mar hasta que no quede nada.La FAO la llama pesca ilegal, no declarada y no reglamentada (INDNR). Cuando no ingresan furtivamente al Mar Argentino, es no declarada y no reglamentada; cuando lo hacen es también ilegal. Es importante tener presente que el impacto ambiental, económico y social de la presencia de estas embarcaciones y sus actividades es exactamente el mismo se realice infringiendo la ley en la milla 199 o ‘sólo’ de manera no regulada en la milla 201 de alta mar: es igual de destructiva. El delfín, la merluza o el tiburón que muere a bordo de un barco chino en la milla 201 es el mismo que antes nadaba en el Mar Argentino. El impacto en el ecosistema es el mismo.

Cuatro estados del Hemisferio Norte altamente desarrollados subsidian y coordinan a sus milicias pesqueras para que aprovechen las debilidades marítimas de distintos países. La flota más numerosa es la de China, país que ocupa el primer lugar en el Ranking Global de Pesca Ilegal y el número uno en el Ranking Global de Esclavitud en la Pesca.Se ha documentado que, a bordo de algunas embarcaciones chinas, los tripulantes ‘trabajan’ con grilletes en los tobillos y son víctimas de todo tipo de abuso a los Derechos Humanos hasta la muerte.Esta flota, mayoritariamente asiática (China, Corea del Sur y Taiwan), también tiene una participación europea. La Unión Europea subsidia su exceso de capacidad pesquera para que sus flotas ejerzan la pesca ilegal: en 2018 y 2020, Argentina capturó un pesquero español y uno portugués, respectivamente. Ambos procedentes de Montevideo. Gran parte de la flota se abastece en Uruguay. Montevideo ocupa el primer lugar en el ranking de asistencia a pesqueros furtivos y con prontuario de pesca ilegal del continente, además de no tomar medidas en contra de las violaciones a los derechos humanos previamente mencionados

El impacto de esta actividad sobre toda la cadena alimentaria marina es incalculable y severo. La principal especie capturada, el calamar (Illex argentinus), es el alimento principal de la merluza común y es fundamental para diferentes especies de peces, mamíferos marinos, incluyendo delfines, cachalotes, lobos y elefantes marinos, y aves marinas como pingüinos y albatros entre otras. 

No hay que olvidar que estas embarcaciones, al no cumplir con observancia o regulación alguna, arrojan toneladas de residuos de todo tipo permanentemente, se ha documentado a una franciscana, o delfín del Río de la Plata (Pontoporia blainvillei), muerto por quedar enredado en embalajes pesqueros identificados con el nombre de un pesquero coreano recién amarrado en Montevideo.

Pero la sobrepesca, la captura de especies protegidas, la contaminación y la violación a los Derechos Humanos no son los únicos impactos que producen los piratas del siglo 21: también la pérdida de empleo y daño a las economías locales forman parte de la situación.

Debido a los subsidios económicos, a la mano de obra esclava, a la descarga en barcos nodriza o ‘reefers’ y en puertos sin controles ni trazabilidad, los costos de operación de estas flotas son tan bajos que influyen artificialmente en los precios de mercado internacional, afectando seriamente el empleo y la economía de los países que cumplen con regulaciones y controles.

La solución a la catástrofe ambiental del Atlántico Sur no pasa por una sola medida, sino por un conjunto de iniciativas que corten las líneas de abastecimiento, los subsidios y el apoyo que mantiene a esta flota, así como la constante exposición y denuncia de los estados que sostienen el pillaje marino.

Una de las acciones más urgentes es el fin de los subsidios. En julio próximo, la Organización Mundial del Comercio (OMC) celebrará una cumbre ministerial con el objeto de tratar el final de los subsidios a la pesca destructiva e INDNR. Más de veinte años no fueron suficientes para que los estados se den cuenta de que subsidiar la sobre capacidad pesquera y la pesca ilegal no es buen negocio.Siendo insuficiente la voluntad de la OMC, la propia ONU, a través de los Objetivos para el Desarrollo Sostenible (ODS), ordenó al organismo comercial que, para 2020, llegue a un acuerdo de prohibición. 

Argentina ha mantenido un rol protagónico muy activo durante todos estos años en las negociaciones para que se termine de financiar la destrucción del océano. Pero es necesario que tanto esfuerzo diplomático se materialice y nuestro país sea representado en las negociaciones, por lo menos, con el rango de un Ministro. El próximo 15 de julio se espera que los países miembro de la OMC definan el texto final. Las sutilezas en el lenguaje del acuerdo pueden definir el futuro de nuestro mar.


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Milko Schvartzman

Milko Schvartzman es especialista en Conservación Marina del Círculo de Políticas Ambientales. Participó en las negociaciones de un acuerdo vinculante sobre Biodiversidad más allá de la Jurisdicción Nacional de la ONU, La Cumbre Rio+20, patrullajes de la ZEE Argentina, el Atlántico Norte, el Pacífico, el Indico y Mar Antártico. Colaborador del Proyecto “The Outlaw Ocean”

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