El aula y sus emociones

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La vuelta a clase durante y post pandemia traerá consigo un torrente de niños con sus mochilas a cuestas llenas de útiles escolares, viandas y un sinfín de emociones. Es sabido que los niños sufren presiones desde el punto de vista académico y social y que dichas presiones, si no son canalizadas de una manera correcta, generan un problema de aprendizaje. Toda emoción perturbadora, como pueden ser enojo, frustración, miedo, tristeza o euforia, termina siendo una distracción que genera fallas en la concentración, la comunicación y la memoria del alumnado. Esta falta de un programa de manejo de emociones afecta la toma de decisiones de nuestros futuros nuevos líderes. Dicho esto y dado que la capacidad de un niño para el manejo de situaciones no es innata, es prioritario generar una política educativa a nivel nacional que proporcione herramientas para el control y manejo de emociones, generando atributos como pueden ser la perseverancia, la empatía y la autoconciencia.

Hay varios enfoques que podemos tener en cuenta para tratar este problema. El método SEL (Aprendizaje social y emocional), cuyo precursor es el psicólogo Daniel Goleman, se basa en un proceso de enseñanza donde niños y adultos adquieren conocimientos, actitudes y habilidades primordiales para comprender y regular las emociones. Este enfoque requiere de una estrategia coordinada de los colegios, familias y comunidades. El programa RULER (Regla) creado por el psicólogo Marc Brackett enfocado en el anacronismo de las palabras que conforman su nombre en inglés RULER: reconocer, entender, clasificar, expresar y regular las emociones. Las habilidades que trabajan se fundamentan en reconocer las emociones en uno mismo y en los demás, comprender causas y consecuencias, rotularlas, catalogarlas y expresarlas de acuerdo al contexto social y cultural. Otra opción podría ser replicar las experiencias que se están llevando a cabo en las provincias de Corrientes y Misiones donde actualmente existen leyes de educación emocional (sancionadas en 2016 y 2018 respectivamente). Estas ponen foco en el proceso de enseñanza de habilidades socioemocionales, en la capacitación docente y en la realización de talleres, congresos y jornadas.

Teniendo en cuenta que ya existen dos provincias que poseen leyes sobre educación emocional, sería conveniente apuntalar una política pública a nivel nacional que dote a todos los niños de nuestro país de mejores herramientas para sortear los avatares de la vida.


** Este artículo se escribió en el marco de la materia «Diseño e Implementación de Políticas Públicas en Argentina» de la Maestría en Políticas Públicas de la Universidad Torcuato Di Tella. Los anteriores artículos pueden verse acá.


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Adolfo Bosch

Adolfo Bosch es licenciado en Economía por la Universidad del Salvador. Se desempeña como colaborador del Informe Económico Mensual de dicha Universidad. En la actualidad, es maestrando en Políticas Públicas en la Universidad Torcuato Di Tella

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