El debate pendiente sobre librecomercio

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El debate por el libre comercio es una de las tantas grietas del sistema político argentino. Por un lado, el presidente Alberto Fernández sostiene que detrás del libre comercio “se esconde un sistema de sometimiento”. Por otro lado, la oposición argumenta que el libre comercio es un vector clave del desarrollo económico en Argentina. ¿Es el libre comercio un obstáculo o una condición necesaria para el desarrollo económico en la Argentina?

A los efectos de responder esta pregunta, propongo abrir un debate muy necesario sobre el libre comercio, que esté por fuera de los ideologismos. La Argentina se debe un debate inteligente sobre su política comercial, que escape a las falsas antinomias del debate político actual. Debemos pensar estratégicamente qué sectores debemos proteger y cuáles liberalizar, y por qué.

Para comenzar, el libre comercio no es intrínsecamente bueno o malo. Lo cierto es que tiene efectos distintos en diferentes países. En China, por ejemplo, de acuerdo a un informe del Banco Mundial, 260 millones de personas han salido de la pobreza extrema como consecuencia directa de la integración de China al comercio mundial.

Ahora bien, también existen casos donde ha ocurrido lo contrario. En la región del Midwest en Estados Unidos muchos obreros industriales perdieron sus empleos por consecuencia de la competencia directa de China y México. Como muestran en un artículo Cerrato, Ruggieri y Ferrata [1], los distritos que más empleos perdieron a manos de China y México le otorgaron un caudal extra de votos muy importante a Donald Trump, en comparación con otros candidatos republicanos.

En resumen, el librecomercio tiene efectos heterogéneos: a veces contribuye a reducir la pobreza. Otras veces puede tener efectos nocivos, favoreciendo, a través del aumento del desempleo o la inseguridad económica, la emergencia de líderes populistas de derecha.

Un sector puede no ser muy competitivo, pero generar mucho empleo (metalurgia en Argentina). De esta forma, los políticos pueden decidir proteger un sector poco eficiente porque el costo social y político de liberalizar en el corto plazo (alto desempleo, pérdida de votos) es demasiado alto. Por ejemplo, Mauricio Macri era muy consciente de esto (y en especial, del costo electoral que ello le podía traer) y por eso, a contramano del sentido común instalado, en realidad liberalizó muy poco. La estrategia del gradualismo también se plasmó en la política comercial.

Además, un país puede querer promover determinados sectores con alto valor agregado (semiconductores, industria aeroespacial) en los que no es competitivo en el presente, pero en el cual tiene potencial. Para serlo, puede adoptar políticas de protección acotadas en el tiempo. Los tigres asiáticos (Corea, Japón, Taiwan) hicieron esto. Como muestran las investigaciones de Peter Evans y Robert Wade, estos países nunca pensaron en protecciones permanentes. Siempre fueron protecciones temporales y condicionales, y estaban sujetas a que los empresarios cumplieran ciertas metas de exportación. En otras palabras, en el Este asiático la asistencia estatal siempre estuvo orientada a promover industrias que, en el futuro, pudieran competir por sí mismas en los mercados internacionales. Nunca se pensó en la asistencia estatal como algo permanente.

Mientras el mundo discute si se crea una nueva OMC que regule el tráfico de datos digitales, en Argentina seguimos debatiendo si el librecomercio es bueno o malo, sin pensarlo desde una mirada estratégica. Si nos diésemos un debate serio sobre política comercial, sin ideologismos (“el comercio es bueno o malo”), se haría evidente que hace décadas protegemos industrias que no logran ninguno de los objetivos mencionados: ni crean valor agregado ni generan tanto empleo.

La “industria” del ensamblaje de celulares y laptops en Tierra del Fuego es un claro ejemplo. Tanto en gobiernos peronistas como no peronistas, empresarios como Cherñajovsky y Caputo hicieron fortunas a costa de los consumidores y las empresas que los utilizan como insumos.

Un debate racional sobre este tema no sólo nos ayudaría a pensar mejor el problema del desarrollo argentino. Tal vez, de paso, nos ayuda también a eliminar los privilegios de unos cuantos vivos.

[1] Cerrato, A., Ferrara, F. M., & Ruggieri, F. (2018). Why Does Import Competition Favor Republicans?. Available at SSRN 3147169. https://papers.ssrn.com/sol3/papers.cfm?abstract_id=3147169


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Andrés R. Schipani

Andrés R. Schipani (@arschipani) es profesor de la Escuela de Política y Gobierno de la Universidad Nacional de San Martín. Es Doctor en Ciencia Política por la Universidad de California, Berkeley. Su agenda de investigación se centra en la economía política de la redistribución en América Latina. Sus investigaciones han sido publicadas en revistas y editoriales académicas de prestigio internacional como The Journal of Comparative Politics, Cornell University Press y Desarrollo Económico:Revista de Ciencias Sociales.

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