El presente y el futuro de Argentina: entrevista a Martín Becerra [Primera Parte]

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Martín Becerra es investigador principal del CONICET, profesor titular en la Universidad Nacional de Quilmes y en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Obtuvo su título de licenciado en Comunicación por la UBA y luego su doctorado en Ciencias de la Información por la Universidad Autónoma de Barcelona. Es autor de decenas de artículos y libros especializados y ha participado como expositor en múltiples congresos y conferencias nacionales e internacionales. Su último libro De la concentración a la convergencia. Políticas de medios en Argentina y América Latina (Paidós, 2015), analiza la evolución del sistema de medios de comunicación desde el retorno de la democracia, el proceso de concentración de la propiedad y la constitución de los grupos multimedios, hasta la convergencia tecnológica y las nuevas regulaciones en el país y la región.
Referente indispensable en el análisis de las industrias culturales, Martín Becerra dialogó con Abro Hilo sobre el presente y el futuro de los medios de comunicación en Argentina.

[Primera Parte]

Facundo Suenzo: En una entrevista que diste a la radio Universidad del Nordeste mencionaste la idea de que el sistema de medios en Argentina es una especie de Frankenstein ¿Por qué lo definís de ese modo y cuáles son las características del sistema de medios que hacen que lo veas como éste ensamble de diferentes cosas?

Martín Becerra: Yo creo que lo que es un Frankenstein es la regulación del sistema de medios, no tanto el sistema de medios. O sea, las reglas legales que estructuran el sistema de medios y de telecomunicaciones, no solamente de medios, porque ya es un ambiente cada vez más convergente el de medios, telecomunicaciones, internet. Es un Frankenstein en el sentido de que tiene normas que datan del año 1972, hay un decreto ley de Lanusse del año 1972 de telecomunicaciones pero que también toca temas del espectro radioeléctrico que es el recurso que usan la radio y la tele. Después, tenemos todo el proceso de licitación de canales, la reforma del Estado y emergencia económica que son leyes que votó el Congreso en el año 89 que desataron licitaciones y privatizaciones de telecomunicaciones y también licitaciones de canales de televisión cuyos compromisos de programación o de explotación en el caso de las telefónicas de redes físicas de comunicaciones, bueno nominalmente están vigentes, aunque no se cumplen. Después hay un decreto del año 90 que es el que dispara la privatización de ENTEL. Luego hay un decreto importante de liberalización del mercado de telecomunicaciones en el año 2000 durante la presidencia de De la Rúa. Mas tarde la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual que el Congreso votó en 2009, la Ley Argentina Digital que el Congreso votó en 2014 que es de comunicaciones y TIC y que ya en 2014 tocaba alguna de las variables clave que había regulado la ley de 2009. Todo en el mismo ciclo presidido, en dos gobiernos distintos, pero en ambos casos por Cristina Fernández. Después tenemos una seguidilla de decretos, resoluciones que emitió el gobierno de Macri y varios de los organismos creados por decretos de Macri y más recientemente un decreto del año pasado, en plena pandemia, un DNU del presidente Alberto Fernández sobre la clasificación como servicio público esencial de varios de los servicios agrupados en el megaconjunto de telecomunicaciones, medios de comunicación e internet. Entonces eso me parece un Frankenstein, no hay un objetivo común, obviamente que no hay un objetivo común desde Lanusse hasta Alberto Fernández. Pasaron un poco menos de 50 años, pero no hay estrategias coherentes desde entonces y hasta ahora. Lógicamente han cambiado las prioridades, el concepto de servicio que tiene que brindar los operadores, las obligaciones que estos tienen de cobertura, de acceso de los ciudadanos y las ciudadanas. En general América Latina no es una región que se caracterice por un respeto reverencial a las normas legales, digamos en ningún ámbito de la sociedad, tampoco en este, o sea, hay muchas normas que no se cumplen, para decirlo en criollo. Diría que el marco normativo que tiene un brazo hecho por un gobierno, el corazón que fue sancionado por el Congreso durante otro gobierno, la cabeza o el cerebro de otro periodo con otro contexto histórico político mundial, eso lo hace un Frankenstein. Es un bicho que no tiene coherencia en sí mismo. Obviamente yo no creo que el hecho que la regulación sea un Frankenstein se traduzca en que el sistema sea un Frankenstein. Porque no es un Frankenstein, tiene más lógica el sistema. Entre otras cosas por lo que te decía, porque no siempre es respetuoso de la norma, entonces hay situaciones de hecho que son muy comunes en el sistema de medios y telecomunicaciones de la Argentina y diría que es un sistema que tiene muchos problemas, que no es un sistema, no es un todo coherente, pero no diría del sistema que es un Frankenstein.

FS: Decís que el sistema de medios tiene una lógica, ¿creés que responde más a normas o a objetivos que tienen que ver con una organización del mercado o cuál es esa lógica?

MB: Si, tiene tres o cuatro características principales. La primera: es comercial. Es un sistema comercial desde hace más de un siglo por lo menos. No quiero decir que toda la historia del sistema ha sido comercial, pero por lo menos durante todo el Siglo XX buena parte del Siglo XIX y lo que llevamos de Siglo XXI es un sistema comercial, está movilizado por el ánimo de lucro, pero al mismo tiempo es un sistema fuertemente politizado, en el sentido de que en la Argentina todos los negocios, no solo los de medios, los de telecomunicaciones, todos los negocios, dependen mucho del arbitrio de la intervención estatal. O sea, el Estado es un jugador ineludible a la hora de estructurar los mercados (sobre todo en gobiernos sedicentes amigos del mercado). En general, pero sobre todo en América Latina y en particular en la Argentina, esa estructuración comercial tiene mucho que ver con los guiños, con lo que hace y deja de hacer el Estado, los gobiernos. Esa es primera característica: es comercial y es muy politizado en el sentido de que las negociaciones con los gobiernos son una condición necesaria, no suficiente, pero una condición necesaria, para llevar adelante los negocios privados.

Segunda cuestión: está muy centralizado geográficamente en un gran centro urbano, el área metropolitana de Buenos Aires, y en tres o cuatro grandes ciudades: Rosario, Córdoba, Mendoza, Tucumán. Pero básicamente es Buenos Aires y hay una incidencia de otros conglomerados urbanos no tan grandes como Buenos Aires, en sus zonas respectivas. Quiero decir, Córdoba y la zona de influencia es realmente importante, Rosario también lo es, pero son niveles de funcionamiento de la periferia de la periferia. Esta conformación unitaria o centralista que tiene la Argentina en casi todas sus actividades sociales, económicas, culturales, es solidaria con la primera característica por que el hecho de que sea el lucro la principal lógica de funcionamiento del sistema hace que allí, donde hay un gran mercado, el sistema se desarrolle más y donde el mercado sea más pequeñito o directamente no haya condiciones para extraer renta de ese pequeño mercado, porque su pequeña escala impide el desarrollo de alguna actividad, pues no hay actividad. Entonces, en particular en los últimos años esto lo vemos mucho en lo que colegas de otros países llaman la desertificación de las noticias en el sentido de que hay cada vez más lugares en donde la escala económica impide que haya un diario local, una emisora de radio, una emisora de televisión local, no hay mercado publicitario. El mercado publicitario como sabemos fruto de la digitalización va migrando hacia lo digital y en particular eso lo gestiona y lo capturan principalmente Google y Facebook y entonces para los medios locales en mercados pequeños, se hace muy cuesta arriba o imposible funcionar.

Siguiente característica relacionada con lo que acabo de decir. En muchos casos la ausencia de un mercado relevante conduce a que haya mecenas políticos, lo que algunos colegas llamarían, yo no, clientelismo y/o – porque no es excluyente en la Argentina – mecenas empresariales privados. O sea, puede haber por ejemplo un banco, el del fallecido Jorge Brito, que, en acuerdo, explícito o implícito con algunos líderes políticos de determinadas zonas geográficas, tutelen el desarrollo de algunos medios que les sirve para hacer otros negocios. Le sirve al banco para hacer otros negocios, y al político le sirve porque su “negocio”, no quiero ser cínico, soy respetuoso de la actividad política, consiste en ser conocido por la población. Tener minutos en la televisión, en la radio, en la prensa o en la prensa digital y que hablen bien de él o de ella. Entonces ese mecenazgo político y/o empresarial es un mecenazgo que no busca la rentabilidad en el sentido mercantil, sino que busca otro tipo de capitalización y que a la larga se traduce en una lógica mercantil. En la construcción de la fortuna de Eurnekián, que por supuesto era un hombre rico antesde inventar Cablevisión, la que después adquirió el grupo Clarín, el proceso de acumulación más fuerte que tuvo se dio con el auge y masificación de la televisión por cable, un empresario talentoso, con olfato para advertir que había un filón que iba a tener un desarrollo magnífico como el que tuvo la tele por cable a fines de los 80 y principios de los 90. Y eso le permitió tener una plataforma para pegar el salto para, por ejemplo, la concesión de aeropuertos. En el caso de Vila Manzano para hacer negocios petroleros o en el caso de Clarín, de Magnetto, para meterse en telecomunicaciones y así sucesivamente, y entonces cuando hablamos de una finalidad comercial, ya en el siglo XXI, no necesariamente estamos hablando de que sea el medio el que le otorgue renta al dueño, sino que el medio le sirve para lubricar la interlocución con el sistema político y obtener concesiones, permisos, guiños, autorizaciones, de hecho o de derecho, para explotar sí, áreas que dan buenos dividendos.

Termino con una cuarta característica, que es la ausencia de medios públicos no gubernamentales. Esa característica me parece también central en la estructuración de nuestro sistema de medios. Histórica, no es nueva por supuesto, cuando yo digo esto me saltan a la yugular una serie de colegas que dicen: “pero este tipo cree que tenemos que tener la BBC”. No creo eso, no creo eso, para nada. Sí creo que esa es una característica. O sea, mal podemos describir el sistema de medios argentinos si no mencionamos la ausencia de un actor que no mercantilice la comunicación, las noticias y el entretenimiento, como criterio principal de organización. Ese es un dato del sistema, de la estructuración del sistema de medios. Los medios estatales siempre fueron colonizados por los gobiernos, en algunos casos con un nivel, llamémosle, de ejercicio de contenido facciosos más acentuados que en otros casos. Eso debilita el vínculo de esos medios supuestamente públicos, en realidad estatales, con el público. Entonces, cambian los gobiernos – como vivimos en democracia, y no es una monarquía ni en una dictadura, por lo tanto, hay alternancia política – entonces cambia radicalmente la orientación de los medios estatales cada cuatro años, cada ocho años. Por lo tanto, hay una etapa refundacional cada X tiempo. Incluso como están colonizados por los gobiernos, podría darse la situación, y se ha dado la situación, de que en un mismo gobierno haya un cambio copernicano de orientación de los medios del estado. Entonces al debilitarse la relación con el público, se erosiona la razón de ser de esos medios y, paradójicamente, la finalidad proselitista que tiene la colonización gubernamental de los medios estatales es una finalidad que termina siendo una especie de boomerang. No tiene un efecto de convencimiento, de persuasión, porque esa relación es muy débil. Entonces yo creo que esa es una característica que habla, no solo de los medios estatales, sino de la estructuración del sistema en su conjunto, esa ausencia se hace notar. Hay muchos otros países, incluso países periféricos, no estoy hablando de Gran Bretaña o de Suecia, estoy hablando de Sudáfrica, que tienen medios estatales públicos; que tienen una cuota importante de audiencia porque tienen continuidad más allá de la alternancia de los gobiernos al frente del ejecutivo y entonces, el hecho de que el resto del sistema de medios sea tan mercantil que es una característica inherente a los sistema de medios en el capitalismo obviamente, tiene un contrapeso en, por ejemplo, situaciones como esta pandemia. Entonces, tenés una voz que dice “mirá, el cuidado de la población es lo principal, o sea no es vender tanda publicitaria, así que no te voy a decir que tomes dióxido de cloro con tal de ganar medio punto mas de rating porque la salud es lo principal”. Justamente en la pandemia, esos medios públicos con un público consolidado, respetuoso, con legitimidad en la sociedad donde están insertos, son los que han tenido mayor credibilidad por parte de la sociedad. La inexistencia de medios públicos fue compensada en nuestro país por un vigoroso segmento de medios comunitarios y alternativos, en general de escala local.

FS:Mencionás esta idea de la erosión del vínculo con las audiencias y pensaba también en esta caída que hay en la confianza declarada en las noticias. Si uno mira los reportes del Instituto Reuters para el estudio del periodismo, año a año viene cayendo esa confianza. Al mismo tiempo cuando uno analiza qué marcas o instituciones están impulsando esa desconfianza, la gente declara tener menor confianza en Clarín y C5N. ¿Creés que hay algún vínculo entre la polarización política y la polarización que se da en los medios y como eso de alguna manera contribuye en esa erosión del vínculo de las audiencias con los medios?

MB: Yo creo que hay muchas paradojas interesantes en esa descripción que haces, con la que acuerdo obviamente. Hay una coincidencia de muchos estudios previos, de colegas que han hecho investigaciones al respecto. Uno puede decir ese diagnóstico es razonable, o por lo menos hay un consenso de estudios que ya vienen de lejos, te diría de principios de este siglo XXI, de distintas organizaciones que coinciden al respecto. Y esas paradojas son interesantes porque sí, hay una pérdida de confianza en el sistema en general, en el sistema industrializado de producción de noticias o informaciones, u opiniones o todo eso junto, masivo en la Argentina más que en otros países y, a la vez, una segmentación de públicos muy fieles, fanáticos, de nichos de discursos mediáticos. Hay un primer punto que tiene que ver con una cuestión de la cultura de la época que vivimos que hace que la confianza en las instituciones, en particular en este caso en las instituciones de información mediáticas, esté erosionada respecto en comparación a la confianza que había en las instituciones, y en particular en las mediáticas, hace 40 años. Pero esto lo sufre Bergoglio también; lo sufre el que conduce el Estado o la directora de una escuela, porque todas esas instituciones tienen menos credibilidad, menos confianza, menos legitimidad por motivos que autores como Giddens, Castells, o Bauman han estudiado muy bien. Por supuesto, en escenarios más polarizados – y sobre esto también hay estudios de colegas –cuanto más polarizado está el escenario mediático, menos credibilidad existe sobre todo a los efectores de esa polarización como son por ejemplo el grupo Clarín o puede ser C5N o puede ser La Nación+ en este momento, o El Destape. O sea, cuanto más polarizados los actores, menos credibilidad general tienen.

FS: ¿Y qué factores creés que explican este escenario?

MB: Hay una paradoja interesante que yo creo que en parte explica la lógica de la polarización. Porque no es solo ideología, no es que los dueños de las empresas mediáticas mas polarizadas dicen: “bueno estoy embanderado con Macri o estoy embanderado con Cristina Fernández entonces vamos a dar la batalla por ideas”. No son Sarmiento, no son Alberdi, no son Bartolomé Mitre, no son José C. Paz (en el supuesto de que todos ellos que acabo de nombrar solo estuvieran motivados por ideas, cosa que también habría que discutir, pero estaban más motivados por ideas efectivamente). Es un negocio para ellos en un contexto general de pérdida de credibilidad de las instituciones, en particular, las instituciones mediáticas generalistas tienen un problema objetivo, aun si no quisieran polarizar o radicalizar su línea editorial. Para decirlo con palabras de Anthony Giddens: en una era de “fragmentación del yo”, de fragmentación de las instituciones totales, obviamente no es tanto negocio hacer un periódico o tener una emisora de radio o de televisión que le hable a la sociedad en general. En cambio, sí es más negocio reducir la escala del público pretendido, del público al que uno aspira interpelar pero que sea un público mas fiel. Entonces, paradójicamente, lo que tenemos es una pérdida de credibilidad general para el sistema y en particular para las empresas más radicalizadas o más polarizantes al mismo tiempo que se consolidan audiencias muy fieles para esas empresas. Entonces tenés una situación en la que quienes siguen a Longobardi o a Lanata, pues son más lanatistas o longobardistas o majulistas que nunca y le creen ciegamente o están identificados y comprometidos de una forma más intensa de la que tenían las audiencias de Lanata o Longobardi o de Majul, hace 20 años. Es una minoría intensa, pero es un buen negocio porque si vos le hablás como le hablan ellos a un 25%, 30% de la sociedad que si además, ese 25 o 30 por ciento coincide con el 25 o 30 por ciento que no le va mal económicamente, es decir que no está en el 42% abajo de la línea de pobreza sino que está en los estratos de mayor poder adquisitivo, entonces es un buen mercado, no necesito interpelar ya al taxista o al colectivero o al empleado precarizado repositor de un supermercado: ya no interesa esa gente. Te diría a escala estadounidense, una escala muy distinta a la nuestra, es un poco el negocio que hizo Fox News. Es decir, Fox News emerge y se consolida como fenómeno recontra masivo en un momento de pérdida de credibilidad en el periodismo y los medios de comunicación y de crisis del periodismo. Sin embargo, a Fox News le fue bárbaro.


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Facundo Suenzo

Facundo Suenzo es estudiante de doctorado en Medios, Tecnología y Sociedad en la Universidad de Northwestern. Le interesan los procesos sociales y culturales que circunscriben el consumo de medios y el uso de tecnologías.

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