La crisis del periodismo: ¿reforma o revolución?

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El periodismo supo ser una institución fundamental de las sociedades modernas. Sin embargo, está bien documentado cómo ha ido perdiendo relevancia social, política y cultural, llevando a muchxs investigadorxs e, incluso, periodistas mismos, a hablar de “crisis” e “inestabilidad” en la institución y hasta de su eventual “desaparición”. La confianza que las personas tienen en las noticias muestra posibles pistas de esa inestabilidad: solo alrededor de 1 de cada 3 personas confía en las noticias, según el informe del Instituto Reuters para el Periodismo del año 2021. En este contexto, ¿cuál es el futuro? Una respuesta posible está en el libro The Journalism Manifesto (Polity Books, 2022), escrito recientemente por Barbie Zelizer, Pablo J. Boczkowski y C. W. Anderson. El libro describe cómo el periodismo ha quedado obsoleto y por qué necesita transformarse si espera sobrevivir. Al respecto, charlé con Pablo J. Boczkowski. 

 “El libro intenta bajar del panteón abstracto al campo de las prácticas algunos de los articuladores fundamentales del periodismo”, sostiene Boczkowski. Lxs autorxs, con destacadas trayectorias académicas en el campo de la comunicación, sostienen que el periodismo se ha desacoplado de la realidad – de quienes escriben, de los objetos y sujetos de los que se escriben y de las audiencias a las que le hablan. Para que esta institución, de notoria centralidad durante todo el siglo XX, sobreviva, será necesario reacoplar esas condiciones de imaginación con lo que sucede en la vida cotidiana. “Hay una sensación de crisis y de desacople entre las narrativas acerca de qué es lo que constituye el periodismo y las prácticas. Nosotros lo que intentamos hacer es reacoplar. En ese ejercicio de reacoplar, lo que parece muy abstracto y etéreo necesariamente se concretiza”, comentó Boczkowski. 

Mientras que algunas narrativas han simplificado la explicación de la crisis del periodismo al impacto que la tecnología ha tenido – primero Internet, luego las redes sociales y la comunicación móvil – Boczkowski argumenta que la relación entre el periodismo y la tecnología es más compleja. En sus palabras: “lo que nosotros proponemos en el libro es una división cultural desde la práctica. Parte de la práctica es con tecnología, parte de la práctica es construyendo tecnología y parte de la práctica es usando las tecnologías de maneras distintas de cuál es la intención de quienes la diseñan y comercializa. El rol de la tecnología es aquella que le dan los individuos, las organizaciones y las sociedades en las cuales esas tecnologías se desarrollan, se publicitan, se distribuyen, se usan y se reconstituyen. El libro intenta salir de las respuestas fáciles y satisfactorias que dice que los problemas del periodismo son por las tecnologías (…). Transformar la tecnología en el único factor explicativo nubla la posibilidad de ver el rol de otros factores”. 

El libro, que por ahora se consigue en su versión en inglés, cuestiona la necesidad de repensar la relación del periodismo con tres interfaces que han tenido un rol clave en la consolidación de su deterioro institucional: las élites, las normas y las audiencias. En primer lugar, lxs autorxs argumentan que la dependencia a ciertas élites gobernantes, sujetos fundamentales de las coberturas, se ha vuelto disfuncional para el periodismo. Para lxs autorxs, “el periodismo tradicional sobre asuntos públicos ha sido impulsado en gran medida por las élites, escrito por las élites y consumido por las élites” (p. 30). El problema es que la gente ya no confía en la expertise de mucha de esas instituciones que las élites impulsan: desde la ciencia y la medicina, hasta los partidos políticos, las instituciones religiosas y ni hablar del periodismo. 

En segundo lugar, lxs autorxs explican que las normas y valores del periodismo – como el de la objetividad, la independencia y la transparencia – han sido tomadas en una condición perfecta a la que se aspira, pero que no refleja lo que los periodistas están viviendo en sus prácticas cotidianas. Aunque cierta normatividad sostiene la ilusión de que todo el trabajo periodístico se orienta a un propósito compartido, “también engendra el racismo, el sexismo y la misoginia, los prejuicios de clase, la xenofobia, la homofobia, el colonialismo y otras formas de opresión como parte habitual de la cultura de las redacciones” (p. 57). Lo que signifique independencia, imparcialidad o balance tiene que ser ajustado al contexto en que la institución y sus sujetos habitan. 

En tercer lugar, lxs autorxs sostienen que el periodismo históricamente consideró al público como dado, que siempre estaría allí leyendo o escuchando sus historias y que sus preferencias estaban alineadas a las de las redacciones. La realidad, por el contrario, muestra audiencias fragmentadas, con poco interés por pagar por las noticias y con pocas coincidencias con las preferencias de los editores. Si analizamos el contenido, las conversaciones y los procesos de creación de significado en torno a las noticias, lo que vemos es que “las audiencias parecen ser más tribales, emocionales, expresivas y escépticas de lo que solían ser -o al menos se suponía que eran- en el discurso canónico.” (p. 89). 

Reacoplar el periodismo a la sociedad: ¿reforma o revolución? Lxs autorxs sugieren dos caminos posibles para reajustar el periodismo a la sociedad. La vía reformista implica cambiar profundamente algunos de los pilares fundamentales sobre los que descansa el periodismo. Los autorxs sostienen que tomar el camino de la reforma implica correrse de un liberalismo democrático implícito y excluyente a un liberalismo democrático inclusivo y equitativo con poblaciones históricamente marginalizadas y oprimidas. La segunda propuesta es la vía revolucionaria: descartar las suposiciones y preceptos y empezar de nuevo. Por ejemplo, un futuro en el que el periodismo desafiara la autoridad de las élites o incluso las quitara del centro de las prácticas, podría ofrecer a los periodistas, las fuentes y las audiencias una relación más equitativa y directa entre ellas. Cualquier camino es mejor que seguir como si nada hubiera cambiado: “la inacción o el mantenimiento del statu quo en el periodismo, simplemente ya no es sostenible” (p. 23), sostienen lxs autorxs. 


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Facundo Suenzo

Facundo Suenzo es estudiante de doctorado en Medios, Tecnología y Sociedad en la Universidad de Northwestern. Le interesan los procesos sociales y culturales que circunscriben el consumo de medios y el uso de tecnologías.

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