Los afrodescendientes y la creación de una Argentina blanca

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Entrevista a Erika Edwards (EE)*


Erika Denise Edwards es Profesora Asociada de Historia Latinoamericana en la University of North Carolina at Charlotte. Sus investigaciones se centran en la experiencia negra en Argentina. Su libro más reciente, Escondiéndose a simple vista: mujeres negras, la ley y creación de una Argentina blanca, ha ganado el Letitia Woods-Brown Memorial Book Prize de la Asociación de Mujeres Negras. A través de su análisis de género sobre la invisibilización de afrodescendientes, Erika milita por un reaprendizaje del pasado negro de la Argentina. Es miembro de la Comisión Directiva de Latin Americans Working for Achievement (LAWA).

En esta ocasión, accedió a conversar con Abro Hilo sobre la historia de los afrodescendientes en Argentina, su invisibilización, el rol de las mujeres, el racismo en la actualidad y las políticas públicas que pueden ayudarnos a reducir la invisibilización de las comunidades afrodescendientes. Publicamos la entrevista hoy en conmemoración del Día Nacional de las y los Afroargentinas/os y la Cultura Afro.


AF: Queríamos empezar la entrevista preguntándote sobre tu experiencia personal en Argentina.

EE: Mi experiencia y mis aventuras en Argentina comenzaron en el año 2002. Poco después de la gran crisis estuve allí durante seis meses por un programa de intercambio y fue una experiencia realmente reveladora. Viví en ese momento en Belgrano y fui a la Universidad de Belgrano. Y wow, debo decir que fue una experiencia que fue realmente difícil. Por un lado, está la vivencia personal: yo disfrutando de pasar en el extranjero, amando estar en el extranjero, por primera vez en una gran ciudad como Buenos Aires, que es simplemente magnífica. Pero, por otro lado, también veía más y más gente y niños en la calle.

Cuando llegué, el tipo de cambio era uno a uno. Y cuando me fui era uno a, creo, 4. Así que me tocó ver cómo sólo en seis meses el peso se desplomó y la tensión de la crisis comenzaba a crecer. Vivía en dos mundos diferentes, en cierto sentido, pero afortunadamente para mí, eso no pintó completamente mi experiencia de forma negativa y me enamoré del país. Me encantaba la comida y, sobre todo, me interesaba su historia.

La cuestión de la negritud se planteó realmente porque a menudo miraba a mi alrededor y decía: ¿por qué soy la única? Eso era impactante. Creo que durante las primeras tres semanas y media no vi a otra persona negra. Y en ese momento ya estaba buscando activamente a alguien que se pareciera a mí. Cuando finalmente encontré a alguien, era de Brasil y luego algunos estudiantes extranjeros, como yo. Pero realmente me sorprendió que si bien Argentina – como todos los países de América – había tenido esclavitud, no tenía una población negra visible. Entonces me pregunté: ¿dónde está esa representación de la gente que se parece un poco más a mí?

Así fue más o menos cómo comenzó. Y luego, durante los últimos 18 años y medio, he estado viajando a Argentina constantemente. Mi visita más reciente fue en otoño de 2018. Iba a ir este otoño, pero no se ha podido concretar por obvias razones. Trato de volver cada dos años, pero ahora que estoy trabajando en otros proyectos no es tan fácil. Esa es esencialmente la trayectoria de mi experiencia en Argentina. Y durante todo ese tiempo, fui formulando la respuesta a la pregunta sobre qué le pasó a la población negra. Después me di cuenta de que quería hacer un posgrado, pude obtener una beca Fulbright y logré concretar la investigación y escritura de mi tesis. Y luego, en última instancia, crear y escribir este libro.

MDS: Muchas gracias por compartir tu experiencia, Erika. En primer lugar, disculpas si en algún momento no usamos o, al menos yo, no uso el vocabulario adecuado. A veces me parece que, desafortunadamente, la conversación en Argentina sobre identidad y raza no está muy desarrollada y siento que no tenemos el vocabulario adecuado para hablar de estas cosas. Como dijiste, no te fue fácil encontrar gente que se pareciera a vos en ese momento. Así que estoy muy interesado en saber si viviste algún tipo de racismo o situaciones que te hicieron sentir incómoda durante tu estadía.

EE: Sí, definitivamente. Siendo mujer, en la calle los “piropos” fueron realmente una sorpresa. Fue algo que experimenté diariamente y superé después de la primera semana. Tuve que aprender a lidiar con eso. Es algo que compartí con muchas otras mujeres en Argentina, aunque hay algunas cosas que me dijeron que definitivamente no les decían a otras mujeres y se basaban estrictamente en mi fenotipo, mi raza. Y así aprendí muy rápidamente, por ejemplo, que si te preguntan si sos dominicana, realmente te están preguntando si sos una prostituta. Esas cosas tuve que aprender, cosas con las que otras quizás no tuvieron que lidiar. La famosa palabra “gato”. Pero como dije, aprendí y observé lo que otras mujeres tuvieron que enfrentar y vi cómo lo hicieron. Y eso me ayudó a seguir adelante. Por otro lado, me sorprendió cuánta gente no sabía que existíamos los negros norteamericanos. La gente me preguntaba “¿de dónde sos?”. Y asumían que era de Brasil, por ejemplo. “Pero, ¿de dónde sos?” Y ahí arrancaba un juego de adivinanzas en el que las respuestas pasaban por todos los países de Sudamérica, el Caribe, tal vez México, luego África, pero nunca Estados Unidos. También mucha gente me contaba sus experiencias en los Estados Unidos y cuando yo les decía que era de allí, me decían “no, no puede ser”.

Supongo que el movimiento feminista ha ayudado a resolver algunos de esos problemas en los últimos años. Pero desde que hago la mayor parte de mi trabajo en Córdoba, de nuevo me encuentro con esta idea de que un norteamericano negro es diferente. En Buenos Aires me parece que la gente ya se acostumbró a ver gente de distintos orígenes, mientras que en Córdoba me pasa que constantemente tengo que defender de dónde soy.

Así que sí, esas son algunas de las cosas que he experimentado en Argentina. Tengo amigas y amigos que la han pasado mucho peor igualmente, algunos han sido escupidos en la calle, lo cual es desagradable incluso de decir. Otros han sido objeto de gritos muy desagradables en espacios públicos, por suerte no he tenido que lidiar con eso por ahora.

AF: Tengo muchas más preguntas para hacerte sobre tu experiencia, pero creo que es momento de que pasemos a hablar sobre tu investigación. Así que tal vez podamos empezar, si te parece, con que nos cuentes de qué se trata Escondiéndose a simple vista: mujeres negras, la ley y creación de una Argentina blanca. Y luego te hacemos preguntas más específicas.

EE: Claro. Mi libro básicamente intenta responder a esa pregunta que tenía hace 18 años: qué es lo que les pasó a los negros en Argentina. Y en última instancia, lo que decidí hacer fue ir más allá de Buenos Aires e ir a Córdoba, principalmente porque no hay mucho escrito en inglés sobre Córdoba. Es casi como si Buenos Aires se hubiera convertido en la narrativa nacional. Y, en cierto sentido, también todo lo que se escribió sobre la experiencia negra en Argentina fue en Buenos Aires. Así que fue una manera de abrir mi propio camino. Y eso fue lo que hice. Fui a Córdoba probablemente en mi séptimo u octavo año de viajar a la Argentina. Comencé a trabajar en el Archivo Histórico de la provincia de Córdoba. Un lugar increíble con un personal genial. Creo que fui la historiadora de los Estados Unidos en ir a los archivos. El primero fue en los 1980s, el segundo en 2002, y un tercero llegó en 2003. Lo más loco de todo era que conocía a dos de los tres historiadores. Uno de ellos también había trabajado sobre la experiencia negra en Córdoba.

Así que en cierto punto tuve la oportunidad de sumergirme en los archivos. Estaba esperando encontrar los periódicos negros, pero no había ninguno. Y uno de los archiveros se acercó y me dijo, “mirá acá” y apareció una gran pila de legajos. Y allí encontré archivos y causas de crímenes cometidos en los siglos XVIII y XIX, pero lo que me sorprendió fue que toda persona acusada de un crimen estaba clasificada por género y raza. Claro, pensé, acá hay otra manera de rastrearlos. Y los legajos terminaron siendo increíbles. Y de ahí fui a los registros notariales y al censo y dije “oh, Dios mío, esto es un tesoro”. Un tesoro de tantos documentos no investigados. Después fui al Arzobispado y lo mismo, me encontré con tantas cosas. Luego fui al archivo de la universidad, que tienen un gran caso en el que estoy trabajando ahora mismo sobre los pocos estudiantes negros que entraron en la universidad. Cada archivo al que iba era como… hay tanta información.

Después de un tiempo me pregunté cómo lo que yo veía en los documentos estaba contribuyendo a desaparición de la raza negra en Argentina. Y lo más importante, ¿dónde están las mujeres en esta historia? Por suerte en los últimos 15 años ha habido una explosión de interés en la historia negra de Argentina. Y tengo que reconocer el trabajo de los historiadores argentinos que ha sido increíble. De hecho, mi libro es en gran parte una continuación de la historiografía argentina – es importante reconocerlo-.

Así que en los archivos me pregunté qué rol juegan las mujeres negras en la época de la “desaparición” de los negros en Argentina y lo que encontré, una y otra vez, es que no eran víctimas. Todavía existen esos mitos locos por ahí sobre, ya sabes, lo del genocidio y que todos los hombres negros mueren durante las guerras, la independencia y demás. Dios mío, si tengo que escuchar eso una vez más, voy a explotar. Así que no, estoy yendo más allá de eso.

Y en vez de eso, lo que encontré es que cuando observamos el hogar y, específicamente, las relaciones íntimas que tienen lugar al interior de los hogares, no sólo las sexuales, sino las que también son entre, por ejemplo, madre e hijo, o, por ejemplo, entre las mujeres y sus esclavas femeninas, ves constantemente que hay una conexión familiar que se crea allí, que a menudo podría conducir a varios niveles de emancipación o libertad. Y, además de eso, lo que encontré es que también era una forma en la que estas mujeres de ascendencia africana eran capaces de mejorar sus vidas y las de sus hijos. Así fui investigando diferentes facetas de la intimidad, si eres una concubina, una esposa, una madre o una hija. Todo ese proceso, junto con el rol del Estado, conforma lo que se ha llamado el blanqueamiento institucionalizado.

AF. Quería preguntarte sobre el papel de las mismas mujeres no sólo en lo que sería el blanqueamiento, sino también en la construcción de instituciones y la idea de nación. También tienen un papel importante en diferentes etapas de la revolución.

EE: Correcto. Si hablamos de la revolución, tenemos que hablar por supuesto de María Remedios de Valle, que es considerada como la madre de la nación. Y esta es una pieza en la que estoy trabajando ahora mismo con Florencia Guzmán, en la que detallamos su experiencia como capitana del ejército, lo cual es de por sí es bastante notable. Ahí tenés a esta mujer negra que luchó en las guerras de independencia y fue disparada seis veces en el Alto Perú. Y cuando vuelve a Buenos Aires, recibe el apoyo de prominentes generales en el proceso de recibir su pensión. Y así murió el 8 de noviembre de 1847, por eso es hoy el día de los afro-descendientes de Argentina. Ella es un ejemplo concreto de alguien que literalmente luchó por la nación. Ella en realidad entró en el ejército, sólo siguiendo a su marido y a sus hijos. Y ahora aquí estamos, recordándola.

Y luego si venimos más cerca en la historia, me gustaría destacar que, desde finales del siglo XIX hasta probablemente mediados del siglo XX, vemos que el rol de las mujeres negras es más bajo tierra porque el blanqueamiento estaba en su punto fuerte. Pero desde los años 80, definitivamente los 90, son de nuevo las mujeres negras las que se presentan como algunos de los gigantes detrás de esta defensa de los negros. Miriam Gómez es una de las que se esforzó para asegurarse de que los negros fueran contados en el censo por primera vez en 2010. La estoy nombrando a ella, pero sé que hay un sinnúmero de otras mujeres que también forman parte de esto, así como hombres. También está la Comisión del 8 de Noviembre, que está continuamente avanzando para seguir promoviendo que no sólo haya una historia de los negros, sino también un presente. Así que en varios niveles continúa avanzando la idea de que la Argentina no es tan blanca como muchos siguen afirmando, sino mucho más diversa.

MDS: Interesante. Y, desafortunadamente, esa diversidad, como dijiste, no se refleja hoy en día en el discurso público. ¿Verdad? Entonces, ¿cuáles fueron las principales razones detrás del blanqueamiento? Por otro lado, existen grandes diferencias entre el proceso de blanqueamiento en Argentina con el que ocurrió en otros países de América Latina y en Europa. ¿A qué se deben esas diferencias?

EE: Entonces, ¿qué es el blanqueamiento? A finales del siglo XIX este proceso estaba ocurriendo en todas las Américas. Así que, realmente, la pregunta es: ¿cómo se manifiesta de manera diferente en Argentina? porque sucedió en todas partes. Y la idea es que el blanqueamiento en Argentina es supuestamente más progresista, más moderno, parte de este asunto de la civilización contra la barbarie. Sarmiento, por ejemplo, es uno de los que hizo avanzar este pensamiento. Y, así, una nación moderna se equiparaba, entonces, a una nación blanca. Principalmente porque en ese momento los países exitosos eran europeos.

Así que Sarmiento miraba a Europa y los Estados Unidos, de hecho, pasó algún tiempo en los Estados Unidos y vio y fue influenciado por las relaciones raciales en los Estados Unidos. Y así una de las cosas que los “padres fundadores” argumentaron, en última instancia, fue lo que tenemos aquí: el componente afro-descendiente y de los pueblos indígenas no iba a ser parte de una nación exitosa. Así que, en Argentina, una de las cosas que hicieron fue buscar inmigración europea. Por supuesto que querían europeos del norte, pero vinieron los del sur.

Esto es un brevísimo resumen, pero a grandes rasgos así se dio el blanqueamiento y la destrucción de pueblos originarios en Argentina. Y hay solo un país que es comparable en ese sentido: los Estados Unidos. En ese sentido, fueron muy similares los procesos. Lo que en Argentina llamaron modernización, en Estados Unidos se llamó destino manifiesto. Pero respecto a la población negra específicamente, a diferencia de los pueblos originarios, la élite blanca creía que podían “mejorarlos”. Y la manera de hacerlos mejores, que en este punto es completamente diferente a la de los Estados Unidos, es a través de la mezcla. Así que nos desharemos de los “mala sangre” a través del mestizaje. Y el mulato ahora será el siguiente paso en esta evolución. En los Estados Unidos, por otra parte, a finales del siglo XIX y principios del siglo XX, avanzaron las leyes de Jim Crow y un sistema de segregación se instaló para mantener las razas completamente separadas.

Así que esos son los diferentes niveles de blanqueamiento que tuvieron lugar. Una vez más, a lo largo de las Américas se trataba de intentar convertirse en una nación civilizada blanca. Y había diferentes maneras de lograr eso. Y también quiero añadir que procesos similares ocurrieron en países como Brasil y Cuba. Pero hay demasiados negros como para que esos procesos hicieran una diferencia tan notoria. Aun así, se ven las inmigraciones europeas que van a Brasil, ves a los inmigrantes que también van a Cuba. Pero la demografía era diferente. En el caso de Argentina, la inmigración europea emblanquece el color de piel.

MDS: ¿dirías que la diferencia está principalmente en la cantidad de inmigrantes más que en la porción de la población negra originalmente? Porque entiendo que la porción de la población negra era en realidad bastante alta en algunas partes de Argentina.

EE: Claro, el problema que vemos los historiadores es que a mediados del siglo XIX se deja de contar en los registros a las personas de ascendencia africana. He visto, por ejemplo, muchos censos de diferentes ciudades y en todos sucede lo mismo. En 1813 tenemos un censo, en 1822 es el siguiente y hasta 1832 vemos diferentes niveles de negrura. Pero, a partir de 1840, de repente, es como si se hubieran ido. Pero también se dejan de contar en los documentos oficiales. Y esa es otra manera de realizar un blanqueamiento. Lo vemos también en los registros de bautismo o los registros de defunción.

Así que sí, definitivamente creo que la población afrodescendiente fue significativa en Argentina. Lo que sucedió fue un proceso oficial de blanqueamiento. Y así fue como los descendientes de africanos, si pueden, pasaron por blancos. No es más que una táctica de supervivencia. Había muchas más oportunidades para los que podían hacerlo.

MD: Si hoy leemos la Constitución, todavía dice que Argentina promoverá la inmigración europea. Y dice “europea” específicamente. Tuvimos una reforma constitucional en 1994, pero eso no se tocó. Ni siquiera la constitución peronista de 1949 modificó eso. Habla por sí solo que nadie haya querido o podido cambiar eso.

EE: Bueno, creo que eso, en términos del legado de este período, es, de nuevo, esta noción de que la Argentina quiere estar asociada a ser de afuera. Incontables amigos argentinos señalan su herencia italiana, su herencia irlandesa, su herencia francesa. Sí, son argentinos, pero también tienen el pasaporte europeo. Y creo que eso es totalmente diferente a lo que se da en los Estados Unidos. Acá nadie se identifica de esa manera, puede que conozcan a alguien en el pasado que sea irlandés o italiano o algo así, pero nadie está lo tiene tan presente, que casi lo equipara a la identidad de ser estadounidense. Siempre que voy encuentro esa sensación de parte de la gente de ser la excepción de América Latina. Pero} cuando fui al interior la vibra era totalmente diferente. Quiero decir, gente muy orgullosa de su origen local. “Acá se habla español, nada de inglés, estás en mi país”. Está bien, bueno, bueno. Además, la animosidad con el porteño está muy presente, por supuesto.

MDS: Eso es interesante, porque también creo que en los EE.UU. es común que la gente diga, «Oh, soy italoamericano o alemán-americano o lo que sea». Mientras que, en Argentina, creo que es muy poco común que alguien diga, “soy ítalo-argentino”. No siento que sea parte de la identidad de la gente, aunque quizás hoy en día un poco más, pero sólo porque la gente quiera emigrar a veces.

EE: Sí, eso puede ser, pero tampoco conozco a muchos italoamericanos que tengan pasaporte italiano. ¿Verdad? Puede ser que en Argentina sea por el deseo de emigrar. Pero también por esa conexión con Europa muchos argentinos hablan italiano, por ejemplo. ¿No es así? Hay italianos y políticos italianos que hacen campaña en Argentina. No tenés eso en los Estados Unidos. No vienen aquí a buscar tu voto porque no hay tantos ciudadanos italianos como en Argentina. Así que creo que eso es definitivamente una gran diferencia.

AF: Claro, es un problema asociado al drama de tener una gran porción de la población centrada en ciudades, y especialmente el área de Buenos Aires. Pero quería preguntarte sobre esta idea del crisol de razas. Cuando mirás en la historia, encontrás lo que vos describís en tus trabajos: lejos de ser un proceso pacífico, fue una mezcla violenta. ¿Cómo crees que persiste esa contradicción hoy en día?

EE: Claro, definitivamente. El mestizaje es algo que fue celebrado desde el siglo XIX hasta mediados del siglo XX. Por ejemplo, en ciertos discursos del peronismo. Los discursos de Eva Perón apelando a los del interior y asegurándose de que todos se unen para formar este nuevo tipo de nación. Pero además sucede a lo largo de toda América Latina (México, Brasil). Esto es definitivamente algo que sigue estando muy presente. Y especialmente una de las cosas que se oyen constantemente de algunas personas en América Latina es que “bueno somos un poco de todo”. Muchos tienen problemas para llenar ese formulario de identidad racial digamos. Pero lo que vemos es que, aunque esta promueve una noción de mezcla, es una mezcla blanca, ¿verdad? Cuanto más cerca se pueda estar de ser fenotípicamente blanco, es decir, alguien con privilegios, mejor. Eso es lo que se celebra. Así que, de nuevo, veo formas de disminuir los niveles de negrura o culturas e idiomas indígenas. Eso es lo que realmente se está promoviendo con el mestizaje. Porque si realmente se celebrara el mestizaje, si las sociedades fueran verdaderamente diversas y equitativas, no encontraríamos, como lo hacemos constantemente a lo largo de estos países, que los más oscuros siguen siendo a menudo los pobres.

Y eso es algo que también encontramos aquí en los Estados Unidos. Siempre les digo a mis estudiantes que es interesante comparar cómo vemos las cosas en Norteamérica versus a cómo se ven en un país latinoamericano: en el norte la pobreza se atribuye a la raza y en el sur a la clase. Pero ninguno de los dos va a pensar bueno quizás las dos cosas tienen que ver.” Así que es interesante cómo en América Latina el concepto de raza no es algo que muchos estén dispuestos a discutir. Y mucha gente se aferra a esa narrativa tan fuerte de que todos somos solo mezclas de algo. Pero no, ese no es el caso. La ciencia social ha demostrado muchas veces cómo todavía hay varios niveles de discriminación que bloquean a muchas personas.

AF: En Estados Unidos es muy claro el carácter político de la identificación racial, mientras que en Argentina no tanto. ¿Por qué crees que se da esto, además de ser un fruto de un proceso de invisibilización?

EE: Vos mismo lo dijiste: en Argentina tiene mucho que ver con la invisibilización. Tener cierto nivel de negrura en la piel es algo que no se puede celebrar. Tampoco va a tener ningún nivel de influencia política, históricamente hablando. Principalmente porque el hecho de que no haya una gran población negra visible hace que no sea necesario atender a su voto. Aunque durante el siglo XIX hay que subrayar que mientras que los inmigrantes no votaban porque no eran ciudadanos, los afrodescendientes sí. Por ese entonces tenían algo de voz y eso ha sido documentado en los periódicos negros, por cierto.

Pero una vez que vemos que el blanqueamiento tiene tanto éxito, los que son considerados de ascendencia africana pasan a un plano secundario, donde pueden seguir siendo productivos, protegidos. Y es sólo recientemente que algunos de estos descendientes de africanos, perdón, descendientes de esclavos, se están convirtiendo en los líderes de este nuevo movimiento y activismo negro en Argentina. Pero si usted habla con algunos de sus abuelos, ellos aprendieron a quedarse en el fondo y sobrevivir. Hoy por hoy hay una identidad que está surgiendo de manera política y es la de “morocho”. Estoy empezando a seguir esa conversación y escuchando más de mis amigos que se consideran a sí mismos como morochos y muestran que hay más orgullo en ello de lo que había hace 18 años. Creo que eso puede ser algo que hay que observar en los próximos años para ver qué pasa allí. Y, por supuesto, el movimiento negro, el afro, los activistas negros están realmente empezando a hacer ruido. Tan solo la creación del del Día del afroargentino es enorme para seguir adelante y mostrar que Argentina no es completamente blanca.

MDS: En tus respuestas estuviste tocando un poco la intersección entre raza y clase. Creo que esa interseccionalidad es muy relevante porque, como sabes, el concepto de negro se utiliza de forma muy despectiva en Argentina, especialmente para la gente de clase baja o que viven en barrios populares. Entonces, ¿qué pensás sobre el concepto y su uso en el país?

EE: En realidad, es interesante que me digas eso porque así es como abro mi libro. La palabra negro es una de las palabras más despectivas y, al mismo tiempo, la cosa más dulce.

MDS: Mi padre solía llamar negro a mi hermano.

EE: Exacto. Esa es una de esas cosas que me impresionan. ¿Cómo es que una palabra que refiere a los pobres y a la villa de una manera despectiva también sea un “Hola, mi Negri”? Me sorprende que ambos sentidos pueden ser utilizados de tal manera. Me ha pasado con mis amigos, que cuanto más oscuros, más los negros de la familia eran. Y eso estaba bien. No era algo negativo. Pero, por otro lado, a mi rara vez alguien me llamó negra. Me han dicho “negri” alguna que otra vez, pero en general en Argentina soy la morocha. Algunos me dicen mulata. Incluso cuando digo que me pueden decir negra, me han dicho “no, de ninguna manera, si no sos negra, sos mulata”. Lo cual es chocante, porque la usas para referirte a personas que no son afrodescendiente sea de manera insultante o dulce, pero no para referirse a alguien como yo que claramente es afrodescendiente.

MDS: En muchos casos es de manera insultante. Me encontré varias veces tratando de entender esto y algunas personas te dicen “oh, no, pero yo digo negro de mente.”

EE: A mi han dicho “pero mirá que ese chico con ojos celeste puede ser negro eh”. Uh, ¿en serio? Y ya sabes, “no tiene nada que ver con la raza” te dicen. Eso es algo que personalmente tuve que aprender, definitivamente una diferencia cultural. Y tuve también que respetar. No estaba allí para tener que enseñarles nada. Así que así es como acepté que esas son algunas de las cosas que son un poco diferentes a mi país. En mi país eso sería un problema. Y de la misma manera que quiero que alguien respete varios niveles de mi cultura, tuve que aprender a hacer lo mismo en Argentina. Y por eso creo que es definitivamente interesante. De hecho, Alejandro Frigerio escribió un artículo sobre ese tema que es muy interesante.

MDS: Volviendo al libro, tenés este concepto de las formas cotidianas de resistencia. ¿Podrías elaborar un poco el concepto?

EE: Esa es una idea que fue usada por James Scott en los años 80. Muchos intelectuales continúan utilizándola para discutir los diferentes niveles de agencia que tiene la gente en la marginalidad. De lo que se trata es que no siempre hay una gran rebelión, entonces para la mayoría de la gente los actos de resistencia son parte de la vida diaria. Esto es algo que discuto en el libro también. Muchas afrodescendientes han sobrevivido a través de blanquearse a sí mismas o, a veces, identificarse como nativas o indígenas. Y esos, para mí, fueron actos de resistencia. Porque una persona sólo puede actuar dentro de los límites de su época. Entonces, dentro de ese mundo, ¿cuáles fueron las formas en que ellas podrían buscar o ganar privilegios o incluso libertad? Eso es una manera de resistir: no se sientan pasivamente a esperar que algo suceda. Se apoderan de sus propias acciones.

Otra forma de resistencia fue la de las madres (tal vez fue sólo después de que me convertí en madre que lo entendí del todo). Hubo muchas mujeres esclavizadas que estaban embarazadas y ya desde ese momento empezaban a pagar por la libertad de su hijo; 25 pesos aparentemente era el precio. Esto está registrado en algunos actos notariales. Y yo seguí encontrando casos y pensaba en lo que eso significaba. Acá hay una esclava que no tenía ninguna garantía de que su hijo sobreviviera, pero aún así ella se asegura de que su hijo tenga una vida diferente a la suya. Y así, de nuevo, ella está trabajando dentro de las opciones que tiene dentro de su entorno. Y eso es lo que creo que hace a esos actos aún más poderosos. Así que estas decisiones eran importantes para seguir adelante, especialmente si sos una concubina, pero también podrían ser muy beneficiosas si lograbas casarte. Y me encontré con algunas mujeres que se casaron como esclavas, luego las rastreas a través de los archivos y aparecen como doñas. Así que de alguna manera fueron capaces de ascender y hacer esa transición para ellas y sus hijos.

MDS: El libre albedrío condicionado por las limitaciones estructurales e institucionales.

EE: Exacto. Y creo que es una de las cosas que tenemos que recordarnos constantemente, cuáles son las opciones que tienen. No todo el mundo tiene la capacidad de empezar una rebelión y seguir adelante. Lo cual sí sucedió, pero no todas tienen esa capacidad y/o quieren ir por ese camino. Eso no significa que su elección sea menos viable o simplemente menos. No desacredito las grandes rebeliones, pero en muchos sentidos, especialmente cuando se piensa en el entorno urbano, eso era lo típico. Mi libro muestra lo que típicamente sucedía en muchos de estos centros urbanos durante el período colonial.

MDS: Noté que mencionaste varias veces en esta conversación el papel de los periódicos negros. Y estoy muy interesado en saber un poco más sobre eso, ¿cómo fueron creados, manejados? Y sobre todo, ¿cuál era su rol? ¿Ves algún potencial para tener periódicos negros ahora?

EE: Eso va más allá de mi libro. Estamos hablando de un tema propio de Buenos Aires, que es donde existe la prensa negra. Lo que encontramos y estamos encontrando de nuevo fue que muchos de ellos representaban a la élite negra dentro de la comunidad negra. Una brillante erudita de Argentina, Lea Geler, escribió un muy buen libro sobre ello. Los que organizan las revistas son los que tenían algo de dinero, educados, algunos pueden haber participado en las guerras de la independencia. Tenemos profesores, pero también poetas. De hecho, Marvin Lewis escribió un gran libro sobre el arte del discurso y el romanticismo afroargentino que existe en esas páginas de los periódicos negros. Hoy las consideraríamos grandes obras de literatura.

Lo que sí vemos es que hay un tema de clase. Y hay una ida y vuelta entre principalmente dos periódicos: La Broma y La Juventud. La Broma es más intelectual. Mientras que en La Juventud escribían con “che”, en La Broma se trataban de “usted”. En La Juventud se quejaban constantemente de la avalancha de inmigrantes que están tomando nuestros trabajos, ya sabes, hoy en día los consideraríamos xenofóbicos. Mientras que a los de La Broma no parecía importarles, estaban más enfocados en las tea parties. Después está la pregunta de qué es lo que va a suceder a continuación con estos inmigrantes que están llegando. Es una gran manera de entrar en la experiencia del afro porteño de finales del siglo XIX. En cuanto a si existen hoy en día. La respuesta es que sí. Está DIAFAR. Hay una nueva serie de publicaciones negras que están siendo producidos por Federico Pita, que es descendiente de esclavos y lidera ese grupo. 100 años más tarde, vemos surgir la siguiente generación.

MDS: Genial. Antes de continuar, me gustaría darte un espacio en caso de que quieras decir algo más sobre el libro o tu investigación que tal vez no cubrimos.

EE: Creo que lo más importante fue encontrar cómo mujeres negras y en general los esclavos trataban de reclamar una identidad indígena. Y eso caracteriza la manera en que se dieron las relaciones raciales en la América Latina colonial. Estamos hablando del siglo XIII, en el que la condición de una persona se hereda de la madre. Así que, si la madre es libre, el niño es libre. Y esa es otra forma de continuar perpetuando también a la población esclavizada, ¿no? En cambio, los pueblos indígenas, poco después de la colonización, fueron declarados libres. Esto marca una diferencia histórica muy grande con los grupos que fueron esclavizados y a menudo asociados con ser descendientes de africanos.

Así fue cómo los descendientes de africanos empezaron a reclamar identidad indígena. Por ejemplo, cuando era posible, los hombres afrodescendientes buscaban a las mujeres indígenas para casarse porque sus hijos serán libres. Y entonces supe que eso ya estaba sucediendo desde 1817 por lo menos. Me encontré con el caso de una mujer que luego de la independencia reclamaba su derecho a ser libre diciendo que su tátara abuela era indígena y vino de las pampas. Y así, por linaje materno, fue capaz de probar de hecho que era libre. En el proceso se liberó a sí misma, liberó a sus hijos y liberó a sus nietos de ser potencialmente esclavos. Y encontré unos cuatro o cinco casos más. Yo estaba impresionada por cómo eso se convirtió en un argumento viable y exitoso.

Lo que no he encontrado es mucha información sobre las relaciones entre los pueblos originarios y la población afrodescendiente en Buenos Aires. Así que creo que fue una de las pepitas de oro que encontré cuando estaba estudiando los registros notariales. Pero sin dudas uno los agujeros que todavía tenemos, en términos de aprendizaje de la historia de los negros en Argentina es qué pasa con su relación, la ida y vuelta entre los indios americanos y los descendientes de afro. Eso es algo que todavía hay que estudiar. Es un posible tema de investigación para alguien más.

MDS: Hablemos un poco de actualidad, e incluso del futuro. Una de nuestras ideas cuando empezamos con este proyecto, Abro Hilo, fue dar visibilidad a los temas que actualmente no forman parte del discurso público, pero, además de eso, pensamos que el cambio tiene que ser institucional. Así que supongo que mi pregunta es, ¿tenés alguna recomendación o consejo político para aumentar la visibilidad y la representación de los afrodescendientes en Argentina? ¿O algún tipo de medida que propongas? Y, además: ¿crees que fue un gran avance incluir la pregunta en el censo de 2010? Y si lo fue, ¿cuál sería el siguiente paso?

EE: De acuerdo. Esas son grandes preguntas. En cuanto a la política, el nivel básico es asegurarse de que todas las escuelas públicas enseñen la historia negra de Argentina. Que los libros reconozcan que eso es parte de la historia de la Argentina, que además no termina con la guerra de la independencia. Ya basta con eso. Por favor, asegúrense de que sea parte de la historia. Creo que esa sería una de las cosas que se pueden cambiar mañana mismo. Consulten a sus brillantes historiadores y expertos que están haciendo un gran trabajo y tienen toda la información.

Con respecto al censo de 2010, lo que entiendo es que habían hecho una versión piloto o más pequeña del censo en 2005, para mostrar que había afro-argentinos. Pero en el censo del 2010 aparece que son menos del 1% de la población. Así que algunas personas dijeron “mirá, no están realmente allí”. Otras personas dijeron “estamos, pero no estamos siendo contados”. Lo importante es que continúen asegurándose de que tanto los pueblos originarios como los descendientes de africanos estén incluidos en esa conversación. Porque nada puede resolverse si no se discute. No se puede discutir ningún tipo de política o legislación si ni siquiera reconocés su presencia. Y esa es una de las cosas que siempre le digo a la gente, “nombrá una cosa que puedas arreglar sin discutirla”.

Así que creo que eso es parte de asegurarse de que la visibilidad está ahí, asegurarse de que también son contados. Está la desconfianza histórica general entre las comunidades marginadas cuando la gente empieza a contar números: ¿para qué se usa esa información? En los Estados Unidos, tratamos de asegurarnos de que todo el mundo rellene la información del censo porque es importante para nosotros documentar y entender nuestra demografía. Así que, definitivamente, espero que en el 2020 esa pregunta permanezca, sólo para continuar teniendo estas conversaciones con académicos y activistas que están en el territorio dispuestos a seguir promoviendo esta conversación y avanzar más allá de este cuento triste de que todos los afrodescendientes murieron. Dios mío, algunas de las cosas que se dicen son muy falsas. Eso no es lo que pasó.

Y eso nos recuerda por qué debemos asegurarnos de que los libros de historia cuenten la historia real de lo que ocurrió. Y hay historias geniales, tenés líderes negros increíbles. Ahora mismo estoy trabajando en la historia de uno que fue la Universidad de Córdoba, potencialmente primera persona negra en asistir a la universidad. Y estoy como, caramba, tenemos que sacar estas cosas a la luz. Las historias están ahí y están esperando ser contadas. Esa es la belleza de la historia argentina y una de las razones por las que me enamoré de la historia argentina.

MDS: Sabes, mencionaste antes a Lea Geler y decíamos que solo el 0.4% de la gente se auto identifica como descendientes de afro. Hace unos días estaba leyendo una entrevista a Lea Geler y ella dijo “las estadísticas no solo reflejan la realidad, también la construyen”. Me pareció un gran concepto. Porque incluso la forma en que preguntaste o la connotación de la pregunta puede tener un efecto en cómo se responde.

EE: Si, tiene toda la razón. Aún así necesitamos tener algún tipo de números. Así que creo que es tema de cómo se hace la pregunta, pero sigue siendo necesario que la pregunta se haga. Creo que la pregunta fue algo así como “¿sos afrodescendiente? O ¿te consideras afrodescendiente?” Podrías preguntarlo de otra manera, bien. Pero hay que hacer la pregunta, tenemos que seguir adelante. Pero sí, definitivamente el censo es una herramienta de gobierno. Y no niego eso. Pero, de nuevo, si no continuamos impulsando la visibilización, no vamos a realmente movernos ni ir a ninguna parte con esto.

MDS: Mencionaste el papel de la educación y las escuelas en particular. Y cuando miro hacia atrás a mi propia educación, pienso, afortunadamente, ahora ha cambiado, pero la única representación de la gente afrodescendiente que teníamos en la escuela era durante los actos patrióticos. Y típicamente sólo una o dos personas eran representadas como negras y sólo vendían empanadas. Y esa era la única representación y nunca nos incentivaban a pensar en su realidad de una manera más profunda o crítica. Por no mencionar que nadie discutía que nos hacían pintar la cara de negro, literalmente black face. Así que pienso que, por suerte, esto está cambiando o ha cambiado. Pero, cuando miro hacia atrás, creo que es realmente una forma de naturalizar que ese era su único papel en la sociedad y que no había nada más. Porque cuando sos un niño, estas experiencias que tenés realmente dan forma a la manera en que pensás sobre las cosas en el futuro, ¿verdad?

EE: Exacto. Y es por eso por lo que definitivamente necesitamos asegurarnos de seguir revisando los libros de historia. Es importante volverlos más inclusivos y que muestren que los afrodescendientes no solo solo quienes venden las empanadas o van a las guerras para morir. ¿Por qué no hablar de esos poetas negros de finales del siglo XIX, por ejemplo, que en muchos sentidos son parte del romanticismo de esa época? ¿Por qué no están siendo elevados a ese nivel? Esto es parte de la literatura de Argentina y se puede poner en conversación con Sarmiento o la idea de civilización y barbarie. Estas son algunas de las formas en las que se puede incorporar esta historia de los negros. Como decís, comienza con la escuela primaria básica y discutiendo cómo los afrodescendientes participaron en la construcción de la Argentina.

MDS: Tal vez esta pregunta sea un poco abstracta, pero ¿cómo podemos incorporar este aspecto interseccional de la discusión en el plan de estudios? Porque hoy en día, siento que casi toda la discusión pública es sobre clase, tal vez ahora con el movimiento feminista, también sobre género, pero nada sobre la raza. Así que creo que el riesgo es que también podemos tratarlos como cosas completamente separadas.

EE: Correcto. Cuando hablo con algunas de las feministas negras, uno de sus principales objetivos es no olvidarnos en este movimiento feminista. Definitivamente tratamos con el género. Pero no podés olvidar que algunas de nosotras también tenemos el añadido racial. Podés estar recibiendo “piropos” en la calle, pero a mí además de eso me caracterizan por mi raza. Hay un discurso que está dirigido directamente a mi raza, yo soy a la que le preguntan si soy dominicana, no vos.

Creo que es importante que los activistas mantengan siempre los ojos y los oídos abiertos y a veces cierren la boca para escuchar y ser capaces de incorporar lo que otros están diciendo. Está el riesgo de que sean temas separados, pero no lo son. Unirlos es parte de tratar de ser reconocidos y ganar esa equidad que todos merecen en el país. Justo porque el feminismo se está convirtiendo en un tema candente, creo que es algo que hay que hablar. Esto puede ser un movimiento para que la Argentina empiece a abrazar su diversidad.

Una de las cosas más importantes que también noté fue que el nuevo Presidente nombró a María Fernanda Silva como Embajadora ante la Santa Sede. Y eso es algo muy importante. Promover a descendientes de africanos en posiciones de poder es clave. El hecho de que esté representando a la Argentina de tal manera es fantástico. Está haciendo historia. Así que sí, esas también son formas en las que pueden hacer algunos cambios.

MDS: ¿Cuál crees que será el efecto de esta ola de inmigración más reciente de países africanos, en particular de Senegal? ¿Cómo puede eso dar forma a las conversaciones y también a las reacciones y hacia los negros en Argentina y no para los descendientes?

EE: Esa es una gran pregunta porque esto es lo que se considera casi una tercera ola de descendientes de afro. La primera es la de los descendientes de esclavos, en la segunda el grupo principal es de Cabo Verde. Y ahora, desde los años 90, están llegando a la Argentina inmigrantes del oeste de África -especialmente desde los años 2000. A partir de esto estoy escuchando un montón de discursos xenofóbicos en un país que se enorgullece de la inmigración, pero solo de cierto tipo de inmigración. La forma en que los trata la policía y otras figuras institucionales es atroz. Y ahora estamos empezando a escuchar más de esos casos, especialmente con el clima que se está viviendo y lo que ha sucedido en Estados Unidos últimamente. Hay historias que son comparables.

Aun cuando digan que no son lo suficientemente argentinos, sus hijos sí lo son. Y esta es una nueva generación de afrodescendientes. ¿Cómo van a encajar en el tejido social de Argentina? Y creo que esa es la pregunta que mucha gente aún tiene que responder o incluso reconocer. Por lo menos reconocer que son tan argentinos como cualquier otro. ¿Cómo será el futuro para ellos? Veremos cómo se forma pero podría ser un tema de invisibilidad otra vez o algo que se celebre como se ha celebrado la inmigración. Si no podés celebrar esta inmigración, pero sí una inmigración pasada, hay un problema.

MDS y AF: Muchas gracias Erika!!


Entrevistada: Erika Edwards.

(*) Erika Denise Edwards es Profesora Asociada de Historia Latinoamericana en la University of North Carolina at Charlotte. Sus investigaciones se centran en la experiencia negra en Argentina. Su libro más reciente, Escondiéndose a simple vista: mujeres negras, la ley y creación de una Argentina blanca, ha ganado el Letitia Woods-Brown Memorial Book Prize de la Asociación de Mujeres Negras. A través de su análisis de género sobre la invisibilización de afrodescendientes, Erika ha militado por un reaprendizaje del pasado negro de la Argentina. Es miembro de la Comisión Directiva de Latin Americans Working for Achievement (LAWA).


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Martín De Simone

Martín E. De Simone (@desimonemartin) es Master en Políticas Públicas por la Universidad de Princeton, donde también tiene una especialización en Desarrollo internacional, y licenciado en Ciencia Política por la Universidad de San Andrés. Martín se especializa en políticas de desarrollo humano, de educación y contra la violencia. Actualmente, es especialista en educación en el Banco Mundial, donde trabaja en diseño, implementación y evaluación de proyectos educativos en África Sub-Sahariana y en análisis de temas educativos y de capital humano a nivel global. Antes de unirse al Banco Mundial, Martín trabajó para varios gobiernos, think tanks y organizaciones de la sociedad civil en la intersección entre desarrollo humano, educación y violencia, así como en reformas institucionales, tanto en Argentina como en Europa, Africa y America Latina. Martín fue Director de Articulación Educativa de la Seguridad en el gobierno argentino, donde lideró varios programas en coordinación con universidades nacionales. Es también miembro del Centro de Desarrollo Humano de la Universidad de San Andres y del Centro de Políticas Estratégicas y Asuntos Globales de la misma institución. Martin es además co-fundador y director de Abro Hilo, una iniciativa para fomentar el debate sobre temas estratégicos para el desarrollo de Argentina.

Andrés Fortunato

Andrés Fortunato (@andresfortunato) es candidato a Master en Políticas Públicas por la Universidad de Chicago y licenciado en Filosofía por la Universidad de Buenos Aires. Andrés trabajo en distintas areas de gobierno en la Argentina -con foco en desarrollo social y seguridad publica-. Se está especializando en ciencia de datos aplicada a políticas públicas y políticas de desarrollo económico e institucional.

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