Políticas públicas, medios, género y mucho por hacer

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¿Cómo accedemos a la voz histórica de las mujeres en un mundo cuya historia fue escrita enteramente por varones? Esta pregunta que no me corresponde a mí sino a Silvia Federici, la autora del libro Calibán y la Bruja que trata sobre el ocultamiento del rol de las mujeres en el pasaje del feudalismo al capitalismo, nos sirve cómo disparador para analizar, una vez más, por qué los varones siguen siendo las voces oficiales mientras que las mujeres y diversidades siguen supeditadas en varios espacios públicos. En esta nota, abordaremos uno puntual: los medios de comunicación.

Para empezar, un ejemplo concreto. En líneas generales, casi todos sabemos que Mariano Moreno es considerado el primer periodista argentino por haber fundado el diario La Gazeta en 1810. No muchos saben, en cambio, quién fue Petrona Rosende de Sierra, creadora del periódico feminista La Aljiba, tan solo unos años después. Este 18 de octubre es el aniversario de su muerte y es considerada la primera periodista argentina.

La historia de las mujeres y diversidades en los medios de comunicación corrió principalmente dos rumbos. Uno es el de Petrona: el olvido. El otro es uno mucho más contemporáneo: la violencia simbólica y el punitivismo fundado en los estereotipos de género para el acceso a esta esfera pública.

Si bien la reproducción de la desigualdad es preocupante en todos y cada uno de los ámbitos político-sociales, en los medios de comunicación tiene una urgencia mayor debido a que cumplen un rol fundamental en el diseño del panorama contextual que nos envuelve a todos como individuos y como colectivos. Es en ellos donde se forma la opinión pública, se produce sentido, se establece una agenda de temas, se moldean los valores de una sociedad y se transmiten ideologías.

Sin ánimos de limitarnos únicamente a debates tradicionales e históricos dentro del ámbito de la comunicación, lo concreto es que la poca influencia que aún tienen las mujeres y disidencias en medios masivos tiene su contracara en la realidad material: una reproducción sistemática de la violencia mediática y, volviendo a la pregunta inicial, se dejan fuera de agenda temas que conciernen a un porcentaje enorme de la población, así como también la posibilidad de contar sus historias en primera persona.

Veamos algunos números. Según el Proyecto de supervisión de los medios de difusión a nivel mundial (GMMP) realizado por la UNESCO en conjunto con ONU Mujeres, solo el 24 por ciento de las personas que se ven en las noticias, sobre las que se lee en los periódicos o se escucha en la radio son mujeres. Exactamente el mismo nivel encontrado en la edición de 2010 de este informe. Además, esta invisibilidad relativa también pasó a las plataformas de difusión de noticias digitales: solo el 26 por ciento son mujeres. Otro dato preocupante es que, a nivel mundial, las mujeres tienen aproximadamente el 40 por ciento del empleo remunerado, mientras un amplio porcentaje trabaja en el sector informal.

Sin embargo, no todo está perdido. La nueva oleada de movimientos feministas que se están expandiendo en todo el mundo, con una notoria impronta argentina, puso en escena la importancia de elaborar un programa de políticas de alcance público-privado para erradicar progresivamente esta situación. Algunas de ellas, con base en los supuestos de la Declaración y Plataforma de Acción de Beijing, son:

  1. Garantizar que las mujeres y diversidades lleguen a lugares de toma de decisión, gestión y administración y no limitarse a las restricciones de los cupos que solo buscan abordar los lugares visibles dentro de los medios.
  2. Desarrollar políticas públicas que fomenten la creación de medios alternativos e independientes (según la ONU, las mujeres informan 5% más de historias en línea que en el conjunto de los medios tradicionales). Para ello, se debe estimular y reconocer las redes de comunicación de mujeres, entre ellas las electrónicas y las nuevas tecnologías.
  3. Producir un sistema de monitoreo de cumplimiento y fomento de la equidad, además de herramientas de sistematización de datos para conocer los avances en la materia de forma transparente, en consonancia con un sistema de sanciones para aquellos medios que no cumplan con estos principios.
  4. Creación y difusión de manuales de estilo a través de mesas de debate conjuntas, es decir, con un diseño que sea el producto de conversaciones enriquecedoras con aportes de distintos sectores y miradas. Estos instructivos deben construir una comunicación que incluya mensajes y formas no estereotipadas ni estigmatizantes y que impidan la violencia simbólica.
  5. Monitoreo constante de proyectos para garantizar que se den dentro del marco del derecho nacional y de manera compatible con la libertad de expresión.
  6. Facilitar la compilación de una lista de especialistas en los medios de difusión en cuestiones relacionadas no sólo con la mujer, sino con todos los tópicos de interés general que sean tratados en los medios. Una comunicación feminista es aquella que aborda todos los ámbitos, no solo las cuestiones de género.
  7. Garantizar la presencia de editoras expertas en perspectiva de género, de manera horizontal, dentro de las grandes publicaciones o grupos editoriales.

En cuanto a la situación en Argentina, si bien el país se está posicionando como pionero en impulsar políticas públicas para garantizar la equidad de género, aún queda mucho por hacer, principalmente en el área de rendición de cuentas y transparencia gubernamental. La última encuesta representativa en relación al acceso de las mujeres a los medios de comunicación fue en 2015, producto de una alianza entre el Consejo Nacional de las Mujeres con el ya desaparecido AFSCA y el INADI. En este documento se definió que la violencia contra las mujeres ocupa el primer espacio en lo que respecta a la representación negativa de los grupos vulnerabilizados.

Igualar la intervención de varones, mujeres y miembros de la comunidad LGBTIQ+ en medios de comunicación no es una cuestión de cupos, formalidades y demás. Implica un cambio de paradigma político dentro de los tantos otros necesarios para democratizar las comunicaciones. Para eso, es indispensable contar con un rol activo del Estado como promotor y garante del derecho al acceso, participación y difusión de contenidos.


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Luciana Vartabedian Frangella

Luciana es estudiante de Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Buenos Aires (UBA), orientada en políticas y planificación de la comunicación. Es consultora de asuntos públicos y trabaja en temas de comunicación política. Además, es periodista freelance focalizada en datos abiertos, gobierno nacional y género.

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