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El voto es un elemento necesario, aunque no suficiente, para la existencia de la democracia. Es el mecanismo de participación ciudadana más difundido, y muchas veces el único conocido, entre la ciudadanía de los sistemas democráticos. Por ello, optimizar la manera de ejercer el voto resulta crucial para fortalecer la democracia. La implementación de la Boleta Única de Papel (BUP) representaría un gran avance en esa dirección.

Este tipo de boleta es muy simple e intuitiva. Bajo este sistema, cada persona electora entra al cuarto oscuro con una sola boleta por cargo y marca a la candidata o candidato de su preferencia. Es decir, cuando haya elecciones presidenciales, habrá una sola boleta con los nombres de todas las candidatas y candidatos. Lo mismo para las elecciones de gobernadores, diputados, senadores, intendentes, etc. Las boletas, entonces, son por cargo y no por partido. 

La primera vez que se utilizó la Boleta Única fue en el Estado de Victoria, Australia, en 1856 y, unos años más tarde, ya se utilizaba en todo el país. De ahí que también se le conozca como “boleta australiana”. Posteriormente, varios países de la Commonwealth comenzaron a implementar este sistema: Nueva Zelanda en 1870, el Reino Unido en 1872 y Canadá en 1874. Después la adoptaron países como Bélgica y para principios del siglo XX ya lo habían incorporado la mayor parte de los Estados norteamericanos. Actualmente, solo 16 democracias del mundo siguen sin incorporar este sistema. En Latinoamérica en particular, prácticamente todos los países implementan este sistema. Las dos grandes excepciones son, precisamente, Uruguay y Argentina.

Una de las principales ventajas del sistema de BUP es el ahorro que este representaría a las arcas públicas. Según un estudio de la ONG “Ser Fiscal”, la implementación de la BUP representaría un ahorro de $3.000 millones de pesos sólo en impresión de boletas. Para ponerlo en contexto, esto equivale a 2 hospitales de 500 camas o 428 viviendas sociales. Es decir, estos fondos podrían destinarse a otras áreas que se traduzcan en una mejora de la calidad de vida de la ciudadanía, como obra pública, educación o salud.

Además de los beneficios económicos, existen beneficios institucionales. Uno de ellos es la simplificación del conteo de votos. Bajo el sistema actual, las personas que fiscalizan se ven obligadas a acomodar las boletas según el partido para posteriormente contar los votos para cada uno. Con la BUP, el conteo puede realizarse desde el momento en el que se sacan las boletas del sobre. 

La BUP no solo facilita la labor de las personas fiscales, sino que también facilita el ejercicio del voto. Por un lado, este sistema permite a la persona votante visualizar en una sola hoja de papel a todas las personas candidatas. Por otro lado, se elimina la figura del corte de boleta, agilizando el voto de las personas que decidan votar partidos distintos para cargos distintos. 

Otro beneficio institucional, y quizás el más importante, es que la oferta electoral completa está siempre garantizada. Es decir, la BUP asegura que en todo momento la persona votante tendrá la opción de elegir a cualquiera de las y los candidatos de la contienda. La BUP garantiza la equidad entre partidos y posibilita que tanto los grandes como los chicos puedan competir de manera más transparente y justa. Por el contrario, en el sistema de Boletas por Partidos que rige actualmente, la persona votante corre el riesgo de no encontrar la boleta de la candidata o candidato de su preferencia, ya sea porque se terminaron o porque han sido robadas. Estos beneficios institucionales impactan de manera directa sobre la calidad democrática de los comicios, porque aumentan la eficiencia del conteo y aseguran la representatividad de todas las personas candidatas. 

Además de todos los beneficios enumerados anteriormente, existen razones ecológicas para la implementación de la BUP. Actualmente, el sistema requiere la impresión de millones de boletas para garantizar la oferta de todos los partidos. Millones de boletas no son utilizadas y, por lo tanto, son desechadas sin haber recibido un solo uso. Bajo el sistema de BUP, solamente se deberían imprimir las boletas necesarias para garantizar el voto de las personas inscriptas en el padrón electoral, reduciendo considerablemente la cantidad de papel utilizado. 

Durante el mes de mayo de 2022, se llevará a cabo el tratamiento del proyecto de la BUP en las comisiones de Asuntos Constitucionales, Justicia y Presupuesto de la Cámara de Diputados. A fin de mes deberán emitir dictamen para poder debatir el tema en el recinto a principios de junio. De aprobarse, el sistema electoral argentino podría percibir todos estos beneficios ya en las elecciones de 2023. 


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Santiago Minor Lecay

Licenciado en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el CIDE (México) y Magíster en Política y Economía Internacionales por la UdeSA (Argentina). Trabajó como asesor político en la Cámara de Senadores de la República Mexicana y como asesor investigador en IDdeCo y el Equipo de Diálogo y Políticas Públicas Colaborativas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Comprometido con la democracia, la transparencia y la rendición de cuentas e interesado en temas de educación, economía política y finanzas. Amante del cine y del teatro.

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