Política de defensa e inserción internacional argentina

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La política de defensa es utilizada por los Estados para relacionarse con sus pares y con su entorno estratégico regional y mundial. No obstante, el interés público y político actual de gran parte de los medios de comunicación, políticos y sociedad civil relativo a la inserción del país en el mundo no considera el ámbito de la defensa nacional como un área gubernamental que tiene la capacidad de contribuir a una determinada estrategia de inserción internacional. Por lo general, estos debates suelen limitarse a considerar las votaciones del país en la Asamblea General de Naciones Unidas, al lanzamiento de comunicados de la Cancillería Argentina y al comportamiento presidencial respecto a un determinado suceso internacional. En el presente artículo buscamos llamar la atención sobre la necesidad de incluir a la defensa nacional en el debate público y político vinculado a la inserción internacional de Argentina. El primer argumento es que, por las propias características que tiene el ámbito de la defensa nacional, en esta área de gobierno se pueden desarrollar grandes contribuciones para posicionar a la Argentina en el mundo a partir de bases sólidas y con una visión estratégica de largo plazo. El segundo argumento refiere a que, en la actualidad, estos aportes de la defensa nacional al tipo de inserción internacional de Argentina son claramente identificables.

En este marco, si bien las áreas mencionadas a continuación incluyen formas interministeriales de trabajo debido a su carácter estratégico, el Ministerio de Defensa (Mindef) de la República Argentina tiene un rol central en tres ámbitos ligados a la defensa nacional que están interrelacionados y tienen un profundo impacto en la inserción internacional del país. (i) En primer lugar, la cuestión vinculada al rol del instrumento militar en la protección de los intereses del Estado que deben ser defendidos en un determinado entorno estratégico internacional. (ii) En segundo lugar, la forma en la que el instrumento militar puede ser utilizado como herramienta para fortalecer y diversificar los vínculos bilaterales con otros Estado. (iii) En tercer lugar, la manera en la que las negociaciones de compra y venta de sistemas de armas puede contribuir a consolidar relaciones estratégicas de largo plazo con otros Estados e incentivar el desarrollo de capacidades industriales domésticas a partir del logro de transferencia de tecnología y licencias para la producción local.

(i) Con respecto al rol del instrumento militar en la protección de los intereses fundamentales del Estado, el Mindef se destaca por llevar adelante el Ciclo de Planeamiento de la Defensa Nacional (CPDN), cuya duración es de cuatro años y es realizado a partir de la conducción política del Mindef y la participación del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas (EMCOFFAA). El ciclo busca diseñar racionalmente el instrumento militar con la intención de que este pueda ejecutar de forma autónoma la multiplicidad de operaciones involucradas en la defensa de los intereses vitales del Estado. En este marco, el CPDN se inicia con la publicación de la Directiva Política de Defensa Nacional (DPDN), documento estratégico de nivel político elaborado por el Mindef que realiza un análisis prospectivo de las dinámicas regionales y mundiales que pueden impactar en los intereses del Estado en materia de defensa nacional. Asimismo, la DPDN establece el posicionamiento estratégico del Estado en materia de defensa y da las directrices para instrumentar la política de defensa y la política militar. En consiguiente, la DPDN es el documento estratégico y político marco a partir del cual se deriva todo el ciclo de planeamiento. La centralidad del CPDN reviste en el hecho de que se busca planear las capacidades del instrumento militar en función de los potenciales escenarios de conflicto futuros en los que puede participar el Estado en consideración de sus intereses estratégicos y objetos referentes a defender. En otras palabras, el ciclo permite dar cuenta de las capacidades militares necesarias para poder hacerle frente a probables escenarios adversos que pongan en riesgo intereses vitales del Estado. En esta línea, el Mindef en la parte final del CPDN fija un plan de inversiones para producir, desarrollar y/o adquirir capacidades militares. En función de la lectura que realiza del escenario mundial, la presencia de dinámicas y tendencias que pueden ser lesivas al interés nacional y el posicionamiento estratégico consecuente que debe tener la Argentina en materia de defensa nacional, la DPDN –que recibe observaciones de la Cancillería Argentina antes de su aprobación– constituye una contribución clave a la estrategia de inserción del país en el mundo.

En este marco, la última DPDN publicada en julio del 2021 (Decreto 457/2021) fue realizada desde la Secretaría de Planeamiento y Estrategia y se caracterizó por un fuerte trabajo con otros Ministerios nacionales dado que, si bien es un documento competente al área del Mindef, la multidimensionalidad del análisis de la realidad internacional y la identificación de intereses del Estado requiere un esfuerzo de coordinación interministerial. El documento identifica crecientes niveles de polarización, fluctuación y pujas globales entre actores de gran envergadura y hace hincapié en dos puntos de suma relevancia para la Argentina. Por un lado, la necesidad de mantener un correcto balance entre las relaciones de cooperación con los grandes actores del escenario mundial. Por el otro, la capacidad de definir y defender autónomamente los intereses vitales del país. En este sentido, dentro de las múltiples apreciaciones estratégicas que es posible destacar de este documento, se identifica un fuerte compromiso con la cooperación en materia de defensa con los múltiples actores de los tableros mundiales que el propio documento menciona sin dejar de lado el valor máximo de cualquier política soberana: el poder diseñar y defender los intereses propios de forma autónoma. En otras palabras, la política de defensa nacional no busca la deferencia de otros Estados más poderosos, sino que intenta identificar puntos de encuentro y cooperación con otros actores sin que eso signifique desistir de los propios intereses nacionales. 

(ii) Ahora bien, la defensa nacional también tiene una dimensión internacional que constituye un gran insumo al posicionamiento del país en el mundo. La participación de Argentina en operaciones de paz en el marco de las Naciones Unidas, el envío de militares con directivas claras a las agregadurías militares de las Embajadas argentinas en el mundo y las reuniones de trabajo basadas en la búsqueda de puntos de cooperación con agregados militares de las Embajadas presentes en la Ciudad de Buenos Aires son un aporte contundente que, desde la defensa nacional, se le realiza a la inserción internacional de Argentina. La capacidad de sacar el máximo provecho de esta dimensión internacional de la defensa nacional requiere una correcta articulación con las directivas estratégicas del DPDN, que a su vez implica un fuerte trabajo interministerial con la Cancillería Argentina, especialmente la dirección de Seguridad Internacional, Asuntos Nucleares y Espaciales de la Subsecretaría de Política Exterior, que depende de la Secretaría de Relaciones Exteriores.

Esta búsqueda de autonomía identificada en la DPDN es fuertemente complementada por los lineamientos seguidos por la Secretaría de Asuntos Internacionales para la Defensa. Lejos de intentar plegarse a una potencia mediante la búsqueda de compatibilizar intereses estratégicos nacionales con los de las potencias, desde diciembre de 2019 se viene llevando adelante una fuerte política de diversificación en materia de defensa nacional. Esto se ve reflejado en el envío de oficiales a las distintas agregadurías militares de las Embajadas argentinas en el mundo y en el recibimiento, los encuentros y los diálogos con militares extranjeros presentes en las agregadurías militares de las Embajadas presentes en Ciudad de Buenos Aires. Esta considerable atención a diversificar los vínculos bilaterales de la Argentina con otros Estados en materia de defensa nacional coincide con una orientación estratégica ligada a buscar puntos de cooperación y de encuentro con la multiplicidad de actores presentes en el escenario mundial. Actualmente, la Argentina se destaca por su interés en ampliar los vínculos bilaterales en materia de defensa y robustecer los existentes. Ampliar los vínculos en lo relacionado a las cuestiones militares constituye una herramienta clave para fortalecer el relacionamiento serio y maduro fundamentado en el principio de autonomía con el resto de los países. Asimismo, la diversificación permite crear y consolidar canales de cooperación en materia militar, especialmente en lo que hace al adiestramiento de las fuerzas y las negociaciones para adquirir equipamiento cuyas condiciones de venta contribuyan a fortalecer la industria para la defensa. De hecho, los oficiales que partieron a las agregadurías militares de las Embajadas argentinas en el mundo recibieron formación específica para poder articular los intereses del Estado argentino –especialmente en lo referido a la cooperación y articulación para fomentar la producción nacional para la defensa– con aquellos países en donde desempeñaran sus funciones. A su vez, a esta política se le suma el ya tradicional compromiso de la Argentina con las operaciones de paz realizadas en el marco de las Naciones Unidas.

(iii) Por último, la cuestión relativa a la venta y compra de sistemas de armas tiene una gran relevancia en la medida que impacta en una cuestión clave: la producción para la defensa. En este marco, la rápida evolución de los sistemas de armas en materia tecnológica hace que la producción local de sistemas de armas núcleo y tecnológico-intensivos sea muy difícil. Sin embargo, a la hora de cerrar un contrato de compra de sistemas de armas, es posible que este incluya ciertos niveles de transferencia de tecnología y licencias para la producción local de ciertos componentes. Esta posibilidad de producción local tiene la potencialidad de impulsar la producción para la defensa, impactando positivamente en la industria nacional y contribuyendo en términos generales a la creación de empleo calificado y al crecimiento económico. La evidencia empírica respecto del impacto positivo del gasto en defensa orientado a la producción industrial en el crecimiento económico es abundante. Es decir, la adquisición de determinados sistemas de armas necesarios para defender los intereses vitales de la nación puede tener un impacto positivo a nivel local a partir del fortalecimiento del tejido industrial, algo que es posible si en los contratos de compra de los sistemas de armas se incluye tanto a la transferencia de tecnología como a las licencias para producir parte de estos sistemas a nivel doméstico. Asimismo, esto se complementa con la producción local para la defensa ya existente que no depende de licencias y compras extranjeras, como la producción de equipamiento liviano y armamento de corto y mediano alcance. Es evidente que la elección de los Estados proveedores debe estar guiada por el planeamiento estratégico, los socios que buscan ser prioridad en función de la defensa de los intereses vitales del Estado y la apreciación del escenario internacional. Fortalecer las relaciones con aquellos países que pueden facilitar la producción doméstica requiere, en primer lugar, tener en consideración el posicionamiento estratégico en materia de defensa establecido por la DPDN y, en segundo lugar, un fuerte trabajo de la Secretaría de Asuntos Internacionales para la Defensa.

Un hito fundamental que ha tenido la producción para la defensa en estos últimos años ha sido la sanción de la Ley 27.565 que crea el Fondo Nacional de la Defensa (FONDEF), cuyo financiamiento se espera que, para el 2023, sea del 0,8% de los ingresos corrientes previstos en el presupuesto anual del sector público nacional. Este fondo tiene la intención de recuperar capacidades materiales tanto vía adquisición como mediante el desarrollo nacional. Su ejecución está guiada por criterios que buscan la sustitución de importaciones, beneficiar el desarrollo de proveedores nacionales, lograr la inserción internacional de la producción local, promover la innovación, incrementar las acciones de I+D y buscar la complementariedad de estas últimas con la estructura productiva nacional. Esta orientación, más allá de priorizar la industria nacional y potenciar el desarrollo económico, busca ganar capacidad de producción nacional para la defensa y amortiguar la dependencia de proveedores externos. Si bien la característica de los sistemas de armas más modernos hace que sea muy difícil evitar la dependencia en este ámbito, el fortalecimiento de la producción nacional implica elevar el nivel de autonomía en esta área al máximo nivel posible siempre en consideración de las limitaciones propias vinculadas a las características de la producción contemporánea de los sistemas de armas.

Recapitulando, las tres vertientes –planeamiento estratégico, dimensión internacional de la defensa y producción para la defensa– se encuentran interrelacionadas entre sí y constituyen una importante contribución a la estrategia de inserción internacional del país. En la actualidad es posible identificar una clara orientación vinculada a contribuir a la estrategia de la autonomía, manteniendo relaciones cooperativas con los grandes actores mundiales sin que eso signifique relegar la autonomía a la hora de diseñar y proteger nuestros intereses nacionales, fomentando la diversificación en lo que respecta a la dimensión internacional de la política de defensa e incentivando mediante el FONDEF la producción para la defensa; que busca fortalecer las capacidades nacionales para la defensa al mismo tiempo que se reactiva la producción industrial, se recupera el empleo y se potencia el crecimiento económico.


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Ezequiel Magnani

Magíster en Estudios Internacionales por la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). Profesor UTDT. Becario doctoral del CONICET. Vocal de la Fundación Meridiano de Estudios Internacionales y Política Exterior.

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