¿Las ciudades están hechas para las mujeres?

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La urgencia de diseñar una estrategia de movilidad urbana que se adapte a nosotras

En la Ciudad de Buenos Aires, el 51,1% de los desplazamientos diarios de las mujeres son en transporte público. No obstante, las rutas de tránsito están diseñadas principalmente para trasladar a los trabajadores desde el “hogar” -a menudo en los suburbios- al trabajo -generalmente en el centro-. En contraste, las mujeres –por sus cargas desiguales en el cuidado– suelen realizar más viajes y tener múltiples paradas en su ruta de transporte. Las vastas limitaciones a la movilidad urbana de las mujeres tienen fuertes consecuencias en su situación económica, incluidos obstáculos para acceder a educación y empleo. En los países del Sur Global, la falta de acceso y seguridad en el transporte reduce la probabilidad de participación de las mujeres en la fuerza laboral en un 16,5%.

Frente a este escenario, una solución posible con el objetivo de disminuir los tiempos y distancias de la movilidad de las mujeres contemplaría aumentar los tiempos y las distancias que el transporte público en las ciudades argentinas ya ejecuta. Sin embargo, dichos cambios no han tenido en cuenta que las mujeres realizan viajes con múltiples paradas, que no se limitan solo a trayectos lineales desde el centro hacia la ciudad, sino que abarcan principalmente la periferia. Las categorías usadas en la planificación de los sistemas de transporte muchas veces basan sus decisiones en viajes por trabajo, mientras que el transporte relacionado con el cuidado se oculta en varias categorías como “compras cotidianas “y/u “ocio”.  Con el objetivo de dar una respuesta integral al transporte con perspectiva de género es preciso integrar la categoría de movilidad “de los cuidados”, entendida como la necesidad de evaluar e identificar los viajes diarios relacionados con las actividades del cuidado.

Una solución más adecuada sería mejorar el transporte público de forma integral para que sea compacto, diversificado y conectado.  Esto es, tener un sistema de movilidad urbano que contemple las necesidades de cuidados implicaría crear una ruta vinculada a la esfera comunitaria, que conecte fácilmente a los usuarios con hospitales, escuelas y otros servicios de proximidad que suelen ser más transitados por las mujeres.  Además, se debería incluir infraestructura de cuidado dentro del transporte público y en las paradas.  Las conexiones entre distintos medios de transporte también precisarían contar con información clara sobre los horarios y sus conexiones. Asimismo, sería relevante expandir la ruta del transporte entre áreas periféricas para poder cubrir viajes de cuidado dentro de las diferentes jurisdicciones.

La planificación inclusiva requerirá un diagnóstico actualizado sobre la movilidad desagregada por género, nivel de ingresos y horario. Sin embargo, el cambio en la movilidad debe darse dentro de un debate integral sobre la equidad en las actividades de cuidado.


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Eva Langbehn

Eva Langbehn es abogada graduada de la Universidad de San Andrés. Actualmente, se desempeña como asesora en género y derechos humanos en la Cámara de Diputados. Además, se encuentra cursando su segundo año de la Maestría en Políticas Públicas en la Universidad Torcuato Di Tella.

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